El gobierno de Javier Milei sigue pulseando por el manejo de la inteligencia. Esa pelea tiene empantanada la conformación de la Comisión Bicameral de Fiscalización de Organismos y Actividades de Inteligencia (CBI). Días después del fallo de la Cámara Federal de Casación –que buscó ser un mensaje de apoyo geopolítico a la administración de La Libertad Avanza (LLA) pero que terminó confirmando que se usaron fondos reservados de la entonces Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) para desviar la investigación del atentado contra la AMIA–, tres organizaciones civiles les pidieron a Victoria Villarruel y Martín Menem que terminen de integrar el cuerpo legislativo.
El pedido para que se arbitren los medios necesarios para poner en marcha la CBI fue hecho por la Iniciativa de Control Ciudadano del Sistema de Inteligencia (ICCSI) y lleva las firmas del jurista Alberto Binder (Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia, ILSED), Paula Litvachky (Centro de Estudios Legales y Sociales, CELS) y Beatriz Busaniche (Fundación Vía Libre).
La CBI tiene a su cargo el control de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) así como las áreas de inteligencia criminal que dependen de Patricia Bullrich y de inteligencia militar, que están bajo la órbita de Luis Petri. Milei decidió dejar la AFI en manos del abogado Silvestre Sívori, que responde al silente jefe de Gabinete, Nicolás Posse. Consciente de que conseguir el aval del Senado para Sívori sería una tarea complicada para LLA, Milei optó por continuar con la modalidad de la intervención –que tuvo el organismo durante el gobierno del Frente de Todos (FdT)–, aunque por un período de dos años que es directamente prorrogable por el propio Sívori.
“La renovación de la intervención de la AFI a través del decreto 22/2023 dejar entrever la ausencia de una política de Estado en materia de inteligencia nacional que busque terminar con su histórico uso para finalidades espurias y el más absoluto secreto”, advirtieron desde ICCSI.
Para las organizaciones de la sociedad civil, hay dos problemas centrales dentro del ecosistema de la AFI: el secreto que rige toda la actividad del organismo y el manejo de los fondos reservados –que ahora pueden ser ampliados directamente por Posse, quien llevó a Sívori a la AFI. Desde la exSIDE le confirmaron a Página/12 que Sívori hizo una rendición de cuentas de diciembre, enero y febrero, y que posiblemente en los próximos días remitirá el informe de marzo. El problema es que no hay quien controle.
La CBI tiene catorce integrantes: siete senadores y siete diputados. Martín Menem todavía no designó a los miembros de la Cámara Baja que deberían ocupar las bancas. Villarruel adelantó su jugada a fines de diciembre –cuando logró una coalición amplia para dejar al peronismo en minoría en todas las comisiones a pesar de tener la mayoría de los escaños del Senado.
A partir de la jugada de Villarruel, se designaron cuatro senadores de la oposición amigable: Martín Goerling Lara (PRO Misiones), Mariana Juri (UCR Mendoza), Edgardo Kueider (Unidad Federal) y Edith Terenzi (Cambio Federal, responde al gobernador de Chubut, Ignacio Torres). ¿Quiénes serán los designados por los bloques que lideran José Mayans y Juliana di Tullio? “No se sabe”, responden.
Es posible que Juri o Terenzi dejen su lugar para que vaya Martín Lousteau a la CBI. El presidente de la Unión Cívica Radical (UCR) viene de votar en contra del megaDNU de Milei y se reunió el martes con organismos de derechos humanos con quienes habló de su preocupación por la violencia del gobierno hacia periodistas y opositores.
En la CBI alternan las presidencias entre senadores y diputados. Durante la gestión anterior, el diputado Leopoldo Moreau estuvo al frente del cuerpo, que se enfocó en investigar el espionaje macrista. Esta vez le tocaría a un senador. Según trascendió, el que pica en punta es Goerling –que se muestra totalmente alineado con Villarruel y exhibe terminales con Bullrich.
Dentro del peronismo piensan que la demora de Martín Menem tiene que ver con que Karina Milei y sus aliados no quieren que les marque la cancha un aliado de Villarruel con llegada a Bullrich cuando justamente el sector de Posse quiere quedarse con el control total de la inteligencia, sumando a la AFI las áreas de inteligencia criminal y militar. Como publicó el periodista Raúl Kollmann, la interna está detonada entre el sector que responde al jefe de Gabinete y Bullrich, cuya influencia se proyecta a Seguridad y Defensa. Villarruel todavía mastica bronca porque la corrieron del rol que Milei le había prometido durante la campaña: el de ser la mujer fuerte de las fuerzas armadas y de seguridad.
Goerling se preocupa por mostrarse cercano a la vice. Estuvo en la actividad que organizó el 3 de abril en el Senado por los 42 años del desembarco en Malvinas –después de que naufragara su intención de hacer un desfile. Dos días después, Goerling acompañó a Villarruel en la reunión que mantuvo con representantes de Heritage, el think tank conservador, que, según el New York Times, nutrió de cuadros técnicos al gobierno de Donald Trump. La vice no difundió ese encuentro en redes sociales, sí lo hizo Goerling.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/729941-un-pedido-para-que-pongan-la-lupa-sobre-la-afi