[… al decir del inspirado Eduardo Galeano, a su vez aprendiz de la voz de Dios en el mundo, voz anónima de un sabio del pueblo colombiano de Neguá, que se anticipó a los irrefutables drones (que la ministra prefiere no ver)]
Siempre me viene la sensación que conecto con mi infancia, cuando, turismo sindical mediante, con mamá, papá y mi hermana, disfrutábamos de la arena y el oleaje marplatense, cuando ahora, en esta misma época estival -agravada por el cambio climático negado por el capital-, me arrimo y me sumerjo en una marea humana, humanista (en el sentido de humanizadora), que como las olas, viene y va. No como veleta o vendida, sino, todo lo contrario, buscando la valiente ocupación de calles y avenidas, por las que incurrir, discurrir y escurrir, a favor del bien común.
Lo cierto que en la descripción del compañero uruguayo, había todo tipo de color e intensidad de fueguitos, como ayer, ya desde cuando subí al tren en Castelar, y venía al tope, como también luego en el subte A, con militancia entusiasta y, a la vez, respetuosa de las y los viajeros indiferentes.
Eso sí, no había fueguitos bobos, porque los cientos de miles que hicieron marejada en la ciudad de Buenos Aires y a lo largo y ancho de la Patria, nada de bobos tenían, sino que brillaban en compromiso solidario, sensibilidad social y amor político, no a título personal, sino en nombre de otras, otres y otros que no pudieron estar, y en nombre de los que todavía “no la ven” –en sentido inverso a lo que Milei ciego y enceguedor se sigue resistiendo a reconocer.
Estaban los fueguitos colectivos de trabajadores y trabajadoras sindicalizados. ¡Qué urgente y necesario es trasmitir a las nuevas generaciones y a la clase media, olvidadiza o analfabeta política, que los sindicatos son indispensables para defender al pueblo trabajador, en la lucha por la justicia social! ¡Y qué urgente y necesario es que las dirigencias sindicales nunca pierdan de vista su responsabilidad democrática para con sus pares y con el bien común!
Estaban los fueguitos adultos mayores –-me emocionó el timbre y tono solemne con que un anciano se sumaba al canto más reiterado “la Patria no se vende”.
Los fueguitos cuentapropistas, silvestres, independientes, que se resisten a ser la “casta más indefensa y descartable” del sistema mercantil.
Fueguitos, fueguitas, trabajadores de la cultura popular y del deporte. Rato antes de desmovilizarnos, se abrió paso por Avenida de Mayo un banderón “Boca es Pueblo”, y fue ocasión para cantarle a Macri-padre-de-la-creatura, lo que corresponde. Y al ratito, los pueblos originarios, sikuris y bombistas, interpretando “Cinco siglos resistiendo”, intensa canción que nos legó el Tercer Malón como tarea pendiente de seguir compartiendo, de verso, música y obra.
También estuvimos las y los fueguitos que andamos en el intento de seguir a Jesús, quien vino a traer fuego a la tierra: laicas y laicos de la Pastoral Social Evangélica y del CREAS, de parroquias de los barrios populares de Merlo, jóvenes del Centro de día “El Galpón”, de Derechos Humanos San Oscar Romero, pastores de iglesias Menonita, Reformada, Metodista, Bautista, Evangélica Fe y Vida, Evangélica del Río de la Plata, un puñadito de Sororidad y Fe, y de religiosas de Moreno, un puñadito de diáconos y curas en opción por los pobres. Nos aunaban las banderas de la reciente Mesa Ecuménica por la democracia, la vida y el bien común, la de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, la del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos y la “No odien” del mártir Wenceslao Pedernera, que llevan los curas opp. Fue oportuno momento para animarnos y sostenernos entre algunas y algunos, al constatar que muchos de los pocos concurrentes de nuestras misas y cultos son parte del “medio pelo” de Jauretche y, como mínimo, no quieren comprender nuestro compromiso político nacional y popular.
Desmovilizamos con tranquilidad, ante la mirada desganada y acalorada de policías, algunos con casco, pero en las manos… ¿está bien señora ministra o no cumplieron con su orden de recio amedrentamiento?
Ahí nos fuimos enterando que super numerosas columnas humanas y humanistas del Gran Buenos Aires fueron impedidas de llegar –el doble standar de la libre circulación–, pero iluminaron desde el otro lado del Puente Pueyrredón.
Suena “pianta voto” hablar de “fueguitos” en medio de tanto calor, o en medio del sentido común conservador y neoliberal (¡vaya engendro!), pero, dada la situación, con la justicia social, la justicia ambiental y la soberanía en el freezer, sirve y urge desear que contagie pronto el final del relato sabio de Galeano: “pero otros, otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”.
* Franciscano. Cura en opción por los pobres.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/707363-un-mar-de-fueguitos-encendidos-para-que-la-patria-no-se-vend