Con la emoción todavía a flor de piel por la foto desbordante que dejó la Plaza del 24 de marzo, multiplicada en tantas plazas de todo el país y también en actos de distintas ciudades del mundo, arrancó el hilo celebratorio, pero también reflexivo y con una fuerte impronta de llamado a la acción, que guió la charla especial que propuso a sus lectoras y lectores Página/12: “Derechos Humanos, unidad y lucha en la era Milei”. Los protagonistas trazaron un balance que coincidió en destacar una convocatoria que superó todas las expectativas. Taty Almeida de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Carlos Pisoni de la agrupación H.I.J.O.S (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio), Manuel Gonçalves Granada, nieto que recuperó su identidad en 1997 y es miembro de la Comisión Directiva de Abuelas de Plaza de Mayo y el columnista de Página/12 Luis Bruschtein fueron tirando de ese hilo, que por momentos llevó al pasado, pero sobre todo tensó el presente y proyectó hacia el futuro. También lo hizo Victoria Ginzberg, secretaria de redacción de Página/12, desde el rol de coordinadora del evento que llenó el martes pasado la sala Caras y Caretas.
Como siempre, Taty fue capaz de sintetizar lo vivido y sentido con palabras llanas y a pura sonrisa. “¡¡Qué plaza del 24 tuvimos, madre mía!!“, arrancó celebrando. Contó cómo la emocionó ver, hasta donde alcanzaba su vista, “esa cantidad de familias, de gente suelta, de pibes chicos, de jóvenes. Y todos ellos son el recambio”. Unió esa experiencia con sus asiduas visitas a escuelas y universidades, con la sorpresa constante por el intercambio con los jóvenes, ese “recambio” que siempre destaca. “Yo también caí en la escuela pública, soy docente jubilada hace muchos años, y sinceramente, nunca pensé que después de tantos años iba a seguir haciendo docencia, docencia por la vida, con un pañuelo blanco en la cabeza”.
“Me mandaron videos de todo el país y de todo mundo, fue algo impresionante, en todas partes gritando por los 30 mil presentes. Fue una inyección de ánimo, fue decir: no todo está perdido, y claro que sí, tarde o temprano el sol va a salir. Perdimos una elección, pero no nos han vencido. Eso es lo que nos mostró la Plaza”, evaluó la Madre.
“Todos vivimos una enorme muestra que hay un pueblo que sigue latiendo con memoria, que tiene en claro de dónde venimos. Hemos vivido los años de impunidad, a nosotros nos tocó como hijos ver cómo los asesinos de nuestros padres estaban en la calle, participaban de la vida pública, y hasta iban a la televisión. De ahí venimos”, recordó Gonçalves Granada. También habló del doble significado que tiene esa fecha en su historia personal: “El 24 de marzo de 1976 -dijo– es también el día en que se llevaron a mi papá”.
Tanto él como Pisoni reflexionaron sobre cómo el daño causado por la dictadura se extiende en el tiempo, “al punto que los hijos de los bebés robados siguen naciendo con identidades falsas, por eso entre otras cosas no hablamos de pasado“, explicó el nieto recuperado. Apareció también el intento del gobierno de poner en duda ese concepto básico del pacto democrático, el de los 30 mil, “otra discusión que pensábamos que no íbamos a tener que volver a dar”. “Sabemos que la cifra es una construcción, que la Conadep no tiene la cifra exacta porque eso es imposible, conocemos a familias que nunca denunciaron, sobre todo en los lugares más chicos del país”, dijo al pasar Pisoni. Y ocurrió algo que dio cuenta de la exactitud de sus palabras, y de la infinidad del daño: una lectora entre el público levantó la mano y contó que sí, que ella, oriunda de Santiago del Estero, es una de las que no ha denunciado aún.
“Se cumplieron 48 años del golpe, y la del 24 sigue siendo la marcha más multitudinaria de todas. Es mucho tiempo, ¿por qué sigue sucediendo esto?“, planteó Pisoni. “Hablamos de 400 mil personas pero quizás nos quedamos cortos, en otros lugares del país se duplicó la cantidad de asistentes históricos: 150 mil en Córdoba, 80 mil en Rosario, 50 mil en La Plata, 25 mil en Mar del Plata. Se movilizó gente que no lo hace habitualmente. Fue importante la respuesta del movimiento organizado, la postura de la CGT, el acto junto a las dos centrales de la CTA y la Utep, fue único en la historia. La movilización de la UCR también fue muy importante. Marcan que este gobierno está generando una unidad en la práctica. Intentamos generar un acto único y fue lo que faltó, aunque sí estuvieron juntos muchos actores habitualmente más distanciados, y eso es mucho. Lo que está generando Milei es que nos unamos contra un enemigo común”, analizó.
Bruschtein comparó las nuevas sociedades de la información con las sociedades del miedo que generaron las dictaduras: “Un miedo que pasaba a formar parte del sentido común”, dijo. “El miedo es una herramienta de control: yo te meto la mano en el bolsillo, te saco el fruto de tu trabajo, y vos te quedás calladito porque si no, la ligás. Eso es lo que defiende hoy el negacionismo, aunque no lo puedan decir. Pero es lo que quieren ejecutar”, advirtió. Tal vez, con el exceso de optimismo que le dejó en la piel la marcha, según aclaró, recordó al viejo gremialista anarquista Pedro y su promesa cumplida: “El sol siempre va a salir“. “Eso es lo que tenemos que transmitir, lo que nos enamoró de la militancia. Cada vez que los jóvenes se convencieron de que podían dejar una marca en la construcción de un país mejor, el país avanzó. Todo lo que tenemos de bueno en este país fue porque todos se pusieron de acuerdo y lo consiguieron. Y esto también va a pasar, y también va a aparecer el sol, y los jóvenes se van a dar cuenta de que la vida les da la posibilidad de dejar su marca, de hacer algo por el que tienen al lado, que es mucho mejor que vivir en desconfianza y que zafar pisando a ese de al lado. Ese es el mensaje que tenemos que bajar”, pidió, recordando la energía contagiosa de la columna de colegios secundarios en la marcha.
La charla fue ocasión para recordar las organizaciones de las primeras marchas, las dudas y dificultades que surgían en aquellos comienzos, las marchas emblemáticas como las de 1996 o 2016. Ginzberg recordó cómo la multitudinaria marcha del 96 provocó la apertura del juicio en España, y eso a su vez terminó provocando juicios en Argentina, que finalmente provocaron la anulación de las leyes de punto final y obediencia final y obediencia. “Todo lo que pudo provocar la marcha del domingo, todavía está por ocurrir“, razonó.
“Yo no acepto la palabra ‘viejas’: ¡tenemos mucha juventud acumulada!”, soltó Taty Almeida, muy en su estilo. “Yo soy una de las más pibas y en junio cumplo 95 años”. Agradeció a Página/12 “por estar siempre, todos los días y a toda hora, y por la paciencia”, y bromeó con los llamados de las Madres a Ginzberg o a Hugo Soriani, director general del diario. “Ellos ya saben que si les digo: ‘¡hola mi, amor!’, es porque viene un mangazo, o que estiren el cierre por un comunicado de la mesa de organismos”, se rió. Volvió a contar la historia del pañuelo. Explicó que estaba afónica “de felicidad, de gritar como loca ayer”. “Hace 47 años que la única lucha que se pierde es la que se abandona. Queridos compañeres, a seguir luchando. Se los decimos nosotras, las locas, que a pesar de los bastones y las sillas de ruedas, seguimos de pie”, repitió. Y de pie, con toda su voz, volvió a lanzar el grito por los 30 mil. “Y no nos han vencido”.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/724501-un-encuentro-a-sala-llena-con-el-sonido-de-la-plaza-del-24-t