El presidente Alberto Fernández mantuvo varios contactos a lo largo del día con el gobernador Axel Kicillof, incluyendo un extenso diálogo a solas en la combi que los trasladó al mediodía a un acto en Campana, para seguir las alternativas del reclamo de la Policía Bonaerense que anoche continuaba. En Gobierno comparaban la situación con lo sucedido en 2013 porque también hay protestas en otras fuerzas de seguridad del interior del país. Entendían que todavía quedaba una negociación dura hasta cerrar un acuerdo, que esperaban sucediera entre hoy y mañana jueves, cuando el gobernador presentará su plan de seguridad. No le añadían un condimento político a la protesta policial, más allá de ironizar respecto a los dirigentes opositores que buscaban llevar agua para su molino también con esto.
La protesta tomó por sorpresa al Gobierno, pocos días después de anunciar un programa de fortalecimiento de seguridad en el Conurbano. Con todo, en el ministerio de Seguridad que conduce Sabina Frederic reconocían las razones del malestar. En los meses de cuarentena los policías se quedaron sin los adicionales con los que suelen completar sus haberes: partidos de fúbol, recitales, zonas comerciales, por nombrar sólo los oficiales. Eso se suma al retraso que los sueldos estatales traen de arrastre por los años del macrismo, ni hablar de la situación específica de la provincia de Buenos Aires. En la gobernación calificaban de “cara de piedra” a la dirigencia de Juntos por el Cambio que sacó una declaración exigiendo que se atendiera las exigencias, cuando los policías habían perdido el 30 por ciento de poder adquisitivo durante la administración de María Eugenia Vidal.
En Seguridad enumeraban reclamos salariales en las policías de La Rioja, Chaco, Misiones, Santa Fe y Jujuy y señales de malestar en Entre Ríos y Chubut. La diferencia es que en estas provincias ya habían llegado a un acuerdo o estaban encaminados mientras que Buenos Aires -con una fuerza policial enorme- explotó de repente. Fernández y Kicillof conversaron de esto ya el lunes por la noche, cuando el gobernador quedó que anunciaría una recomposició salarial a primera hora. El problema fue que lo impreciso del anuncio no sirvió para calmar los ánimos. Presidente y gobernador conversaron de nuevo un rato largo antes del inicio de la actividad en la fábrica de motos Simpa.
El gobernador también habló con Cristina Kirchner y con Máximo Kirchner, ambos deseosos de conocer los detalles del conflicto. Además atendió a varios intendentes, que le aconsejaron calmar las aguas lo más rápido posible dada la situación tensa que se vive en algunos lugares del Conurbano. Desde la Casa Rosada, Cafiero y con el ministro del Interior, Wado de Pedro, atendieron durante el día a Kicillof. El jefe de Gabinete por la tarde se trasladó a Olivos para participar de la reunión del equipo económico para discutir con el Presidente el proyecto de presupuesto que enviarán la semana que viene al Congreso. Hubo varias comunicaciones con el gobernador.
Pese a la protesta frente a la residencia de Kicillof y algunas llamativas declaraciones que supuestos representantes de estos policías hicieron por televisión, en Olivos le quitaban motivaciones políticas a la protesta. “No es político, es un reclamo económico”, respondía anoche un importante funcionario. De todas formas, anticipaba que todavía quedaba por delante una discusión dura dado el petitorio de solicitudes que los policías habían presentado. Tanto en el gobierno nacional como el provincial tenían presente la protesta de 2013, que también tuvo un capítulo bonaerense aunque en aquel momento quienes peor la pasaron fueron Córdoba y Tucumán, en donde hubo saqueos. Obviamente, esperaban que esta vez no escalara hasta ese punto. La ministra de Gobierno bonaerense, Teresa García, anticipó que el anuncio del aumento sería hoy, aunque desde el despacho de Kicillof no descartaban que fuera el jueves, cuando presentará su propia propuesta de seguridad. Se decidirá de acuerdo a la urgencia.
Un párrafo aparte era la situación de Berni. “Esperaremos que esto pase para evaluar qué sucedió”, respondían en La Plata. “Hace lo que puede”, lo salvaban cerca del Presidente. Se sabe que muchos intendentes no digieren el estilo de Berni -al que le adjudican alto perfil y escasa gestión- y ni hablar del ministerio de Seguridad nacional, donde ya arrastran un historial de choques en pocos meses. “Hizo todo mal. Se paseó por los canales hablando mal de su propia fuerza, diciendo que necesitaba gendarmes. Parecía que tenía tiempo hasta para hacer videos pero no para enterarse de lo que estaba pasando en la Bonaerense”, decían allí.
Destacaban sobre la generación de un clima que algunos buscarían aprovechar. No sólo algunos dirigentes como Florencia Arietto, ex asesora de Patricia Bullrich, que pretendía posicionarse como vocera del malestar. Más trascendente les parecían los fallos de la Justicia, justo ayer, ordenando los desalojos de las toma en Guernica y en el sur. “Ven que hay un problema y aprovechan. Son cosas paraa tener en cuenta”, advertían.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/290802-preocupacion-y-reuniones-en-olivos