A simple vista, parece que a Reconquista y Avellaneda, en la provincia de Santa Fe sólo las separa el Arroyo del Rey. Esa primera mirada encuentra uniformidad en la relación con Vicentin, la empresa que –dicen– forjó la grandeza de un conglomerado de 150 mil habitantes, donde genera más de 2000 empleos directos. A poco de mirar, otras historias caen como los copos de algodón de la carga de los camiones que esperan en el predio de la cooperativa Unión Agrícola Avellaneda, situado justo al lado de la Aceitera Vicentin, nacida en 1929. La historia oficial dice que Vicentin abrió su primera planta de extracción en San Lorenzo en 1979, pero en la memoria del pueblo la fecha clave es 1997. “Cuando uno escucha decir que la identidad del pueblo tiene que ver con Vicentin, en los 90, de un día para el otro, nos enteramos de que se iba al sur, a Ricardone, y fue muy fuerte, yo vivo en el barrio Fábrica, donde había mucha actividad económica. Uno encontraba en la época del algodón, colas y colas de camiones que iban hacia la fábrica. Tengo recuerdo de ir a la escuela y que las cunetas, parte de las calles, parecieran nevadas por la cantidad de algodón, había movimiento de obreros, con sus cascos, bicicletas, con overol, había una economía activa de la ciudad y de un día para otro, en el contexto de los 90, cuando se comienza a dejar de sembrar algodón y comienza el monocultivo de la soja, nos quedamos perplejos con la noticia de que Vicentin se iba, con el argumento de que daba pérdidas y fue muy duro, muy terrible”, cuenta Pablo Rolón, profesor de historia, integrante de Norte Amplio Reconquista por los Derechos Humanos y secretario de Derechos Humanos del gremio docente, Amsafé, de General Obligado.
Esas voces no son las más escuchadas en estos días, pero tienen mucho para decir y ganas de decirlo. En el sindicato de Aceiteros y Desmontadores de General Obligado y San Justo, Oscar “Cacho” Zarza vuelve al 30 de enero de 1976, cuando lo secuestraron adentro de la fábrica. Era delegado, uno de los 14 que fue detenido durante esa época. “Me detienen adentro, me hacen un acta de detención con la máquina de escribir de Vicentin y uno de los que se presta como testigo es el Sapo Vicentin, que era uno de los capataces”, rememora Cacho. Es notorio cómo, a pesar de esa historia, su vida después de la detención –lo largaron a los 12 días, y luego volvieron a detenerlo en noviembre de 1976, hasta el 25 de diciembre de 1978– cuando habla de los Vicentin hay una cierta familiaridad. Cada integrante de la familia, sus esposas, sus hijos, forman parte de la historia viva del pueblo.
Reconquista y Avellaneda están unidas y también separadas. En la mañana del viernes, en la Tienda Belén de Reconquista, sobre calle general Belgrano, hay más de una cuadra de cola para retirar los bolsones de comida que prometió el propietario. En la misma manzana, en la puerta de la delegación del ministerio de trabajo hay obreros de la Algodonera Avellaneda, del grupo Vicentin y de la Federación Aceitera. Los reclamos son salariales. “Nosotros somos pobres, cobramos 116 pesos la hora”, adelantan los textiles, a la espera del resultado de la audiencia.
Pocos kilómetros más al norte, en Avellaneda, a esa misma hora, un grupo de mujeres vinculadas con las familias del directorio de Vicentin reza el rosario para que la empresa no sea traspasada al Estado, en la puerta de las oficinas, enfrente de la plaza central. Las suplicantes se acomodan en ronda y leen un fragmento de la biblia antes de orar. El resto del día, el gazebo contra la intervención está vacío.
Vicentin está por todos lados: el nombre de la escuela secundaria es Roberto Vicentin, el teatro Máximo Vicentin, el autódromo tiene su curva Vicentin. Quienes veneran a la empresa se hicieron visibles en todo el país. En el hotel, en la estación de servicio, apenas se ingresa se puede escuchar América Televisión o TN. Hay miedo, y eso también es fogoneado por voces como las de Ester Lutz, periodista de la radio 96,1, la más escuchada de la zona. “Ahora sí nos vamos a sacar la careta y el estado va a tener que sacarse la careta. Si la Cámpora está tan interesada en Vicentin y el Movimiento Evita está tan interesado en Vicentin ¿para qué es? Para ocupar puestos de trabajo, y es lo que yo dije ayer ¿vieron que no me equivoco en algunas cosas? En vez de que vas a fichar el horario en que entras, vas a tener que poner el dedo para fichar de que sos peronista, camporista, del movimiento o de lo que pito sea para poder entrar a laburar y si no lo sos, estás afuera. Necesitan acomodar a su gente, y esto sí gente que ya no lo podemos permitir”, dice la periodista que ocupa la franja de 11 a 13, y el audio se viraliza.
Más acalladas, otras voces, como la de Alejandro Córdoba, integrante de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, se acerca hasta el Sindicato de Aceiteros para recordar que en 1982, a Vicentin le estatizaron la deuda privada. Pablo Rolón acerca un documento que atesora alguno de sus compañeros de Norte Amplio: la revista El Periodista donde consigna que ya entonces, la empresa fundada en 1929 había pedido 1.958.000 de dólares que pagó el estado argentino. En el paraje El Carmen, de Avellaneda, Eulogio Sellarés se enoja por la respuesta de Avellaneda a la decisión de intervenir y expropiar la empresa. A sus 82 años, se ocupa de sus vacas este cofundador de las ligas agrarias, que estuvo detenido dos años y tres meses en Coronda. “Yo vivo acá, era agricultor, me reconvertí en pequeño ganadero”, cuenta, y vuelve sobre la deuda “Me acuerdo perfectamente de Domingo Felipe Cavallo. No sólo a Vicentin sino a varios grandes empresarios les tuvimos que pagar a todo el pueblo argentino la deuda en dólares. La clase media de Avellaneda y Reconquista, que me disculpen la palabra que voy a utilizar, pero suelen ser el forro de los grandes intereses”, se enoja Eulogio. “No me voy a poner a defender, como dice (Alberto) Fernández, a gente que está salpicada, y además esa empresa corre el serio riesgo de ser extranjerizada. Y lo dijo claramente en su mensaje, queremos preservar las fuentes de trabajo, la producción y que la empresa quede en manos argentinas”, suma.
La defensa de los intereses de Vicentin está arraigada, pero con una pequeña ayuda. A las escuelas de la ciudad llega una nota dirigida al presidente del Concejo municipal, Martín Ponticelli, para que rechacen la expropiación. Les piden que las firmen y las hagan llegar a la Legislatura nacional, al gobernador y a los legisladores provinciales.
No es tan fácil escapar al pulpo: Playcom, la empresa que brinda servicio de televisión, internet y multimedios en toda la región pertenece a Alberto “Beto” Padoán. En la misma manzana que Playcom, alrededor de la plaza principal, está la casa del expresidente de la Bolsa de Comercio de Rosario. Dos camionetas último modelo y un auto de lujo están estacionados allí. “Muchas veces me pregunté por qué seguían viviendo acá, y creo que es por una cuestión de seguridad”, concluye Rolón.
La presencia de Vicentin en Reconquista sigue siendo palpable, aunque la ciudad tiene otras complejidades. Si Avellaneda recibió casi exclusivamente inmigrantes del Friuli, Italia, la ciudad de al lado se considera un crisol. El 3 de abril de 2019, la demolición del edificio de la ex Escuela de Comercio provocó una pequeña conmoción. El proyecto de Vicentin no estaba dentro de la normativa, pero fue aprobado en el concejo de diez integrantes. “Teníamos ese edificio hace 120 años, era uno de los primeros edificios importantes de nuestra ciudad, con un estilo italianizante característico, excelente construcción y de un tamaño muy importante, arruinaron esa esquina, debía ser conservado como patrimonio histórico, construido en el año 1898 a pocos años de la fundación de Reconquista en 1872, el primer almacén de ramos generales y después escuela secundaria durante casi 60 años a partir de 1948”, describe la página Salvemos a la ex escuela de Comercio de Reconquista. La ex concejala Soledad Zalazar, que cumplió su mandato en 2017, cree que no debió haberse aprobado, aunque sabe que al no considerarse edificio de valor patrimonial, no había ninguna norma escrita para salvarlo. “No hicieron nada fuera de la ley, pero sí contra los sentimientos de la gente. Y después, vino esto del defaulty ahora sólo hay un pozo en un lugar que compraron porque era estratégico”, lamenta Zalazar.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/272207-no-voy-a-defender-a-gente-que-esta-salpicada