"No te calles una mierda, compañera"

"No te calles una mierda, compañera"

Hace un mes, justo un mes, estaba sentado acá en soledad, en esta misma normalidad, frente a estas mismas teclas, con esta misma rabia y con este mismo ardor, despidiendo a Ramona, vomitando dolor, porque no le alcanzó gritar durante toda su vida, por suerte. Y entonces aquel día comenzó a gritar con toda su muerte. Viajando en lágrimas de cocodrilo, en culpas ajenas o hasta en algún editorial, pasó del barrio al hospital, del hospital al noticiero, del noticiero al respirador y del respirador al falso adiós que hoy su voz vuelve a rechazar, porque ni siquiera la pudimos abrazar. Y porque todavía la intentan callar. Ni habiendo dado todo por los demás, ni viva, ni muerta le tocó descansar en paz.

Otra vez, pasó un mes y no pasó nada, muchas fotos, mucha palmada, muchos vivos. Muerta, nos llevó arrastrando hasta Olivos, como nos llevó hasta Uspallata y hasta todos esos medios llenos de plata que nunca la quisieron escuchar, ésos que todavía hoy editan sus palabras porque no se animan a mencionar los nombres de los responsables, ni siquiera cuando retumban en boca de las indispensables, ni siquiera entre las súplicas de una vecina con cara de América Latina que rogaba vivir, ¡ni siquiera en el recuerdo de una mujer que dejaron morir! Ay, “pobrecita, Ramonita, era tan buenita, tan tiernita”.

Y sí, era todo eso, pero primero era un cuadro político, un cuadro político que la normalidad del paleolítico prefiere licuar, para que nunca puedas apreciar cómo matan los que matan, cómo callan los que callan y cómo se hacen majestuosamente los boludos los que históricamente se hicieron los boludos. Muerta, nos abrió la puerta para gritar, para que nunca más debiéramos llorar el crimen de la desidia, la crueldad del silencio, la perfección de la impunidad. Ni a coser, ni a bordar, Ramona nos enseñó a luchar contra la indignidad indignante, en cada segundo, en cada grito.

Ramona era gigante y el mundo le quedó chiquito

Ahora, ya no está. Y ustedes ya lo saben. Pero no lo saben por mí, ni por su organización, ni por las ventanas de la visibilización que siempre son pocas, lo saben porque Ramona rompió todos los tapabocas y arrasó como un vendaval frente a la pauta oficial. Desbloqueada su garganta poderosa, pudo por fin adquirir jerarquía de famosa, imitando el camino que recorre un villero o una villera para incrustar su apellido en un zócalo de televisión: llegar a Primera o llegar al cajón.

Una vez fallecida, Ramona les cayó mucho mejor de lo que les caía en vida. Y entonces no sólo la escucharon, sino que tomaron su nombre como arcilla de la villa para moldear, una especie de insumo sensiblero que sirve para humanizar al conductor del noticiero o para engordar ese rating que se les venía desmoronando. Nunca para interpelar a los responsables que venía denunciando.

“Hablan de Capital, pero no hablan de Provincia”, nos decían los adictos a esa grieta que les llena la panza, intentando equilibrar una balanza sin sentido, cuando poner el oído les hubiera servido para descubrir todos los errores que no se podían repetir. Pues ahí, desde su casa y desde su propia villa, Ramona nos abría la mirilla para evitar todo esto que ahora volvemos a soportar, en Zavaleta o en esa Villa Azul que ya pudieron descubrir, aunque ayer hubo dos incendios y nadie los fue a cubrir. Pues también ahí nos organizamos para resistir, asistir o repartir alimento, cuando llegó el aislamiento, pero si vos sentís olor a humo en tu hogar y el cuarto de tu nene se comienza a incendiar, ¿por cuál vas a comenzar?

Por supuesto que la pobreza estructural no es patrimonio exclusivo de la Capital Federal, aunque gobierne hace 13 años una misma gestión, aunque manejen el presupuesto más rico de la nación, aunque hayan “prometido” la erradicación y hayan incumplido la urbanización. Sólo en La Matanza, hay 4062 familias que no tienen agua y siguen jugando al campeonato de expertos, para ver si termina empatado el torneo de muertos. ¿Y si mejor escuchamos a Ramona? ¿Y si mejor le damos bola a ese sector marginal que supo encender todas las luces de alerta y viene reclamando hace meses la entrega puerta por puerta del agua vital, para garantizar ya mismo el derecho constitucional? Quienes hicieron, hacen y harán politiquería, son quienes la callaron y quienes intentan callarla todavía, ni siquiera porque sean mala gente, simplemente porque no se imaginan cómo se siente gritar y no provocar sonido. No se imaginan cuánto alarido muere, saltando una tapia. No se imaginan cuántos vecinos tenemos ahora en terapia.

Si tal como pedíamos en marzo, en estas mismas redes y en sus propios diarios, hubieran censado nuestros barrios, registrando e individualizando a los grupos de riesgo en las villas que ya levantábamos la voz cuando nos reunimos con Quirós, para decirle que toda nuestra gente estaba disponible, que no era una locura y que no era imposible porque teníamos a las camas del Bauen esperándonos, hoy todos esos vecinos estarían bien. Y Ramona también. Sólo pedía que la escucharan, alertando a unos y salvaguardando a otros, para que debieran escucharlos. Sólo pedía que la salvaran, para salvarlos.

Y no, ya no sirve ningún lamento retroactivo, sirve que activen, ahora, ya, en vivo, porque Ramona no pataleaba, ni reclamaba para que le pusieran su nombre a una calle, a una orga, a una pared, a una ley. No lo pedía, pero era tan grande que seguro lo agradecería. Ahora, si quieren honrarla de verdad, si quieren contagiarse de su integridad, cambien fotos por acciones, discursos por raciones, promesas por decisiones. Pero ya. Pero ya. Pero ya. Porque Guada y Maia celebrarán el primer cumple de Ramona sin Ramona, este mismo domingo. Y porque la comunidad qom volvió a cortar las rutas en Punta del Indio, reclamando agua, este mismo lunes…

En serio, Ramona, ¡este mismo lunes!

Si nos duelen sus ovarios, no pueden permitir que Alexander Damián González esté atrincherado en La Rioja, a sólo tres cuadras de la menor que violó. Si nos duele la desidia, no pueden llegar 7602 registros por violencia de géneros en apenas 38 días de aislamiento en Santa Fe, sin respuestas de verdad. Si nos duele la invisibilidad, no puede ser que Adrián Mercado haya perdido un ojo en Salta, por la bala de goma que le vino a cobrar un barbijo que no pudo comprar. Si nos duele la falta de agua, no puede ser que tengamos congeladas las únicas tomas que tienen nuestras 5 asambleas en Tierra del Fuego, todas informales, todas hechas hielo. Si nos duele cada muerte, no puede ser que se sigan suicidando pibes bajo el más absoluto abandono estatal y el silencio sepulcral que cubre al barrio Bosco II entero, en Santiago del Estero. Si nos duele la impunidad, no puede ser que Franco Marangüello y Florencia Magalí Morales hayan sido suicidados en las comisarías de San Luis, como si se tratara de otro país. Si nos duele la desigualdad, no puede seguir funcionando sin médico el único centro de salud que tienen los vecinos del barrio San José Obrero, no es lógico, aun si Chaco no estuviera en el podio epidemiológico. Si nos duele la hipocresía, no puede ser que Juan Manzur no haya pronunciado todavía la palabra “Espinoza”, ¡gobernar es otra cosa! Si nos duele la inseguridad a manos del Estado, no puede ser tampoco el show de Berni enfierrado, posando para los programas que lo tienen abonado, como si las armas tuvieran un rol protagónico en los barrios donde se toman medidas para salvar vidas, como si fuera el responsable de los alimentos, ¡como si los patrulleros llevaran medicamentos! Si nos duele tanta mierda, no puede ser que tengamos otro nauseabundo y fenomenal desborde cloacal, por enésima vez, sobre todo el Yape cordobés. Y si nos duele tanto la corrupción, no puede ser que todavía siga el mismo chabón, ejerciendo la misma irresponsabilidad: Diego Fernández continúa como titular del Gobierno de la Ciudad frente al proceso de urbanización de la Villa 31, porque aparentemente no recibió ninguno de los 170 millones de dólares que le otorgó el Banco Mundial, para poner un par de caños: “Avanzó 0% en los últimos 3 años”. Y hoy el Barrio Mugica suma ya 28 vecinos fallecidos, por su obra y por su gracia.

Ninguna desgracia

Pero Ramona vive. No es una frase, ni un stencil, ni un decir. Por suerte, todavía hay gente que no se sabe morir. Y ahora mismo, mientras yo escribo, Ramona sostiene, literalmente sostiene, todas las Casas de la Mujer y las Disidencias que nuestro frente de géneros riega en 114 asambleas barriales. Hoy Ramona tutela 423 procesos vecinales de acompañamiento a las víctimas que no encuentran cobijo en el Estado.

Amor callado, sin teléfono, sin crédito, sin luz, sin datos, como sea, ahí están y ahí estarán, sus compañeras de asamblea, mis compañeras, las villas hechas personas, todas semillas, ¡todas Ramonas! Apenas el 23% pudo realizar la denuncia formalmente en un contexto de terror que se pone un cacho peor, cuando se jaquea la lógica del macho proveedor. Conceptos elementales, pero no hay respuesta para las emergencias habitacionales. Y por eso los dispositivos territoriales están reclamando “urbanización con perspectiva feminista”, para no perder de vista esa desesperación a la hora de la relocalización. Pues hay compañeras que necesitan huir para sobrevivir, como casi toda la población travesti/trans, con un promedio de vida que debiera desvelar a propios y extraños: sin pandemia, eh, ¡35 años!

No hace falta encabezar, ni negar el protagonismo de las villeras, para incorporar y potenciar todas esas demandas urgentes que las villas vienen gritando en primera persona, en la mismísima garganta de Ramona, justo desde ahí, desde los espacios alimentarios que sostienen en los barrios, gracias a las mujeres y “sus” quehaceres en un 82%, sin salario, ni reconocimiento. Son ellas, los respiradores de nuestro momento. Son ellas, quienes ponen el cuerpo en una línea de fuego sin horarios y sin los trajes que utilizan los funcionarios. Son ellas, quienes alimentan desde ahí, el PBI clandestino de todo el pueblo argentino. Todo ese trabajo se triplicó en estos 90 días de aluvión, de tristeza crujiente. Y esa exposición hoy puede medirse objetivamente en todos los frentes barriales, tan sólo contando cuántas camas ocupan en los hospitales. Porque sí, la economía tendrá de frente un tractor, una crisis fenomenal, ¿pero saben cuánto peor podríamos estar, si ese ejército silencioso dejara de laburar?

Hoy sólo tienen un empleo formal, en blanco, registrado y legal, un 10% de las villeras, de las compañeras, de las Ramonas, las únicas vagas del mundo que viven obligadas a sostener al menos tres ocupaciones, resolviendo ecuaciones de reloj que seguro hubieran anulado por completo a casi todos los próceres dignos de nuestro respeto: trabajo doméstico no remunerado, trabajo productivo informal y trabajo comunitario invisibilizado.

¿De verdad, vamos a seguir mirando para otro lado? Hay que discutirlo ahora, no hay tiempo que perder, porque ahora se puede ver, porque ya no se puede esconder. Ahora, que nadie puede desconocer la realidad. Ahora, que nadie puede negar la desigualdad. Porque después la foto se volverá película y esa película ya la vimos, ¿o cuándo nacimos? “Piquete y cacerola”, la lucha era una sola, pero un día los bancos contraatacaron y nuestras prioridades, nuevamente, se resetearon. Ahora, no cuando sea tarde. Ahora, que vuelve junio y nos arde. Ahora, que se cumple un mes y estamos llorando.

Ahora, que Ramona nos está gritando.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/272952-no-te-calles-una-mierda-companera

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