Me quiero referir al uso político de las palabras. Al uso frecuente de la palabra “evidencia”, empleada asiduamente en los discursos del ministro de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, Fernán Quirós, y de su alcalde Horacio Rodriguez Larreta. En su última disertación, el Jefe de Gobierno enfatizó una vez más el alto interés que tiene en defender la educación y la imperativa necesidad de que sea presencial marcando en forma reiterada que las evidencias demuestran que en los colegios no aumenta el contagio de COVID 19.
Con el apoyo tan infundado -como Larreta con su expresión “evidencia”-, la Suprema Corte de Justicia de la Nación lo avaló y por eso “será la actividad que primero se reabra”. Ahora bien, ¿qué entenderán Larreta y sus ministros de Salud, Quirós, y Educación, Soledad Acuña, por el concepto de “evidencia”? Podemos dudar de su veracidad ya que nunca aclararon a qué se refiere ni mucho menos mostraron datos que avalen tal afirmación. Nunca mencionaron “evidencia científica”, que sería deseable que lo fuera. No usar la calificación científica que podríamos razonablemente exigir tratándose de una afirmación que lleva atrás contagios, internaciones y muertes es una falencia trascendente.
Pareciera que se utiliza la evidencia como un hecho claro y manifiesto de lo que no se puede dudar sin necesidad de pruebas.
¿Es esto suficiente para tomar una acción que no se comparte en ningún país, que con la tasa de infección actual se mantenga la escolaridad presencial? Se entiende que durante una pandemia de esta magnitud no es sencillo hacer un estudio clínico epidemiológico utilizando una metodología científica que les permita a los profesionales de la salud valorar la fortaleza y solidez de una evidencia que avale esa estrategia, en este caso, de mantener la presencialidad escolar. La incidencia de olas retrasadas respecto del hemisferio norte nos permite tomar sus experiencias y no manejarnos en forma empírica, no fundamentada. La fuerza y reiteración del término lo asocio más bien a una manifestación más del uso político de la pandemia a la que me referí recientemente en otra publicación previa. En este momento, cuando en la Medicina tratamos de actuar con lo que llamamos la “Medicina basada en las Evidencias”, el uso aislado de este término no fundamentado ni validado, hace que quizás sospeche, o se trate de una mentira más que la oposición suele utilizar.
Recientemente un distinguido científico, José Luis Jiménez, doctor en Ingeniería por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y catedrático de Química y Ciencias Medioambientales en la Universidad de Colorado (EEUU) explicó sobre la trascendencia importante y casi única de la transmisión del virus Cavid 19 por aerosoles, que es central, dijo, en espacios cerrados, como las aulas y peor aún en invierno donde la ventilación cruzada no es fácil de utilizar. Se le preguntó su opinión sobre el contagio en escuelas y señaló “hay contagios en las escuelas y se mintió descaradamente al decir que no los había”. Entretanto, acá las evidencias no se muestran por parte del Gobierno de CABA.
¿Tenemos datos en contra registrados que pongan seriamente en duda la seguridad de la presencialidad escolar? Se dijo que la apertura presencial generaba un aumento significativo de la movilidad que lleva a un mayor uso de medios de transporte, inadecuado distanciamiento con pobre control del uso permitido de los mismos como así también en las reuniones en puertas de colegios y luego de las salidas del mismo. Los gráficos que vemos a continuación, realizados por la doctora en ingeniería Marcela Goldschmit permiten ver lo siguiente. Según el CUADRO 1 en CABA se registró un pronunciado aumento de la movilidad en promedio cada 7 días de los casos diarios desde comienzo de marzo del 2021.
¿Esto pudo asociarse con un mayor número de infectados en CABA desde el 17 de febrero en adelante en que fueron comenzando las clases presenciales?
CUADRO 1
CUADRO 2
Se observa claramente en el cuadro 2 el cambio manifiesto en la pendiente de crecimiento de los infectados desde el comienzo de la escolaridad presencial.
Por supuesto que están documentadas las múltiples rupturas de burbujas por escolares y/o docentes infectados como la pérdida por fallecimiento de 16 trabajadores docentes sin haber estado vacunados preventivamente. También se encuentra documentado el aumento de casos de COVID en niños, sintomáticos o no, como así también de internaciones. Esos niños pueden obviamente infectar a padres y abuelos. ¿otras evidencias científicas? Sería útil conocerlas pues en el mundo entero se desconoce que en las escuelas no se producen contagios. Se cierran las actividades presenciales con 5 veces menos casos diarios que los que tenemos ahora en la ciudad. Si no las tiene, ¿de qué evidencias hablan? Deberían publicarlas. Si no las tuvieran, sería conveniente no usar esa palabra para definir un derrotero político. Por lo menos, para no engañar a los votantes ni traten de confundirlos. Además, el doctor Quirós sabe bien qué significa medicina basada en las evidencias. Lo convoco como médico a que no apoye ni calle ante la presencialidad escolar, infundada, riesgosa. Enferma y puede matar.
El autor es médico neumonólogo. Mat Nac. 33.418
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/345671-la-pandemia-de-la-palabra-evidencia