La Ciudad y la peste

La Ciudad y la peste

“Tenemos que entender el tiempo que nos toca vivir” recalcó Alberto Fernández en Rosario pero la frase rebotó en la General Paz que rodea la CABA, donde el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta está empeñado en un caprichoso conflicto judicial por la presencialidad durante cinco días en las escuelas y que, en un gesto insensato, retiró de las listas a los centros vacunatorios del PAMI. Mientras la segunda ola de la covid-19 marca records de contagios y muertes en la ciudad y en todo el país, el gobierno de CABA parece estar en Babia.

La primera ola de la epidemia se cobró la vida de más de 60 mil argentinos y es probable que este nuevo azote lleve esa cifra tremenda a más de cien mil. No habrá una responsabilidad concreta sobre las muertes de la epidemia. Solamente quedará la conciencia ciudadana de haber hecho todo lo posible para evitarlas o disminuirlas.

El gobierno de CABA estará a la cola de esa lista, entreverado en una disputa político—electoral cuando tendría que sumar su esfuerzo al del gobierno nacional para combatir a la pandemia. Hasta a los medios hegemónicos, todos macristas porque el macrismo es la representación política del poder económico, les resulta difícil sostener una actitud de tanta alevosía en medio de la muerte.

Rodríguez Larreta se mostró dialoguista cuando fue convocado por el gobierno nacional. Y las primeras expresiones de esta política de obstaculizar las precauciones sanitarias parecieron producto de la torpeza o la impericia. Pero mientras cometía estos aparentes errores, los medios hegemónicos denunciaban al gobierno nacional por “la falta de vacunas” y “el fracaso de la campaña vacunatoria”, ya que el gobierno no podía cumplir las metas iniciales.

El retraso de esas metas fue real, pero era presentado por estos medios descontextualizado de un mundo donde las economías centrales habían monopolizado la provisión de las vacunas y de todos los insumos necesarios, desde envases y filtros hasta las jeringas. En ese contexto, lo que se había logrado era un verdadero triunfo, aunque se retrasaran las metas iniciales. Argentina es uno de los países que a pesar de esas dificultades mundiales, más avanzó en la vacunación.

Pero mientras esos medios denunciaban a voz en cuello el supuesto fracaso de la campaña, Rodríguez Larreta retrasó todo lo que pudo el comienzo de las inscripciones para demostrar que no había vacunas. “Comenzaremos a inscribir cuando lleguen las vacunas” repitió una y otra vez, el ministro de Salud Fernán Quirós.

Abrieron la página de inscripción dos días antes del comienzo de la vacunación, con lo que provocaron un malón de gente desesperada por inscribirse, con la consecuente caída de la página y las demoras en la inscripción. Cientos o miles de hijos no durmieron esa noche para poder inscribir a sus padres. En provincia, la inscripción había empezado mucho antes sin ningún problema. Pero el macrismo decía que era pura propaganda porque no había vacunas.

Las vacunas llegaron y el gobierno de CABA provocó lo que se quería evitar: el hacinamiento de cientos de personas mayores de 80 años y con comorbilidades. Y los medios insistían: “no hay vacunas, fracasó la campaña de vacunación”. Nación les pidió que abrieron más centros vacunatorios y ofreció sumar el respaldo del PAMI. Pero CABA se negó porque no tenía intención de incorporar un organismo nacional a su campaña vacunatoria local, porque eso implicaba un registro que no estaba dispuesto a transparentar.

Cuando habían pasado ya varios días del comienzo de la vacunación con la llegada intermitente de cargamentos de diferentes vacunas, el distrito bonaerense ya había empezado a vacunar a menores de 60 en algunas localidades y CABA ni siquiera había convocado a los mayores de 70. El gobierno de CABA empezó a decir que le faltaban vacunas porque su población de personas mayores de 80 años y de personal de salud era mayor que en otros distritos. CABA ya recibía más vacunas que los otros pero el gobierno le dio aún más vacunas, y le incorporó tres centros vacunatorios provistos por el PAMI.

La participación de los centros vacunatorios de PAMI estaba totalmente subordinada a los planes del gobierno de CABA. En medio de tanto desastre epidémico, resulta evidente que Rodríguez Larreta consideró esa ayuda como una intromisión del gobierno nacional y prácticamente dejó al PAMI fuera de la acción vacunatoria. El viernes, las heladeras de los centros vacunatorios tenían 1500 vacunas disponibles y ningún paciente para que se las apliquen. Los que se perjudican son los porteños que tendrían que haberse vacunado y no lo hicieron por esta decisión especulativa de Rodríguez Larreta.

Es difícil creer la explicación que dio el gobierno de CABA sobre las listas “desactualizadas del PAMI”. Como si la vacunación se organizara por listas previas. La vacunación no es obligatoria. Las personas son las que se anotan para que las convoque el gobierno. Si las listas del PAMI estaban desactualizadas o no, no tiene ninguna importancia. El gobierno de la CABA tiene la página de inscripción. Hace un sorteo con las personas que se inscriben y de esa manera las distribuye por los distintos centros de vacunación. Si los centros del PAMI quedaron parcial o totalmente fuera de esa distribución, tiene que haber sido por una decisión política.

La pelea judicial por la presencialidad de los alumnos en las escuelas de CABA fue definida por la administración larretista como “de vida o muerte”, cuando lo único que en este momento es de vida o muerte es el freno a la epidemia. Los estudiantes están divididos en dos burbujas: una mitad asiste tres días y la otra sólo dos. En la semana siguiente es al revés. O sea que en los 15 días que establece el DNU presidencial, los estudiantes pierden sólo cinco días de presencialidad, aunque recibirán clases virtuales.

Las razones del decreto son demasiado evidentes cuando la cantidad de muertos ya sobrepasa los 500 por día y los contagiados llegan a los 30 mil. La forma de frenar la epidemia es limitando la circulación, además de las vacunas. No se declaró una cuarentena dura como la del año pasado, pero incluyó el cese de las clases presenciales por 15 días.

En un trámite vergonzozo consiguió que un tribunal porteño integrado por la hermana de uno de sus ministros, y un conocido dirigente radical vinculado al operador judicial Daniel Angelici, rechazara en apenas un día, en domingo, el DNU presidencial con argumentos descabellados: “No está demostrada la necesidad de urgencia”. Ahora el larretismo está en rebeldía con la justicia porque el juez federal Esteban Furnari falló que un tribunal porteño no puede rechazar un DNU presidencial.

El conflicto con las escuelas parece inexplicable, porque las encuestas demuestran que la gran mayoría ve la necesidad de endurecer las medidas de precaución sanitarias. Y aunque esa mayoría disminuye un poco, también se mantiene en la cuestión de la presencialidad.

CABA, gobernado por el único candidato posible del macrismo, es el distrito con mayores contagios y, a su vez, es el centro de propagación de la pandemia y también el único distrito donde se han producido estos problemas entre el gobierno local y el nacional. Se puede deducir que en esa conflictividad hay una especulación política por parte de la oposición.

Suena irresponsable y descabellado promover este escenario cuando se está muriendo tanta gente. La especulación del macrismo es demostrar que el único gobierno posible no es el del Frente de Todos, sino que, al cuestionar las políticas sanitarias, ellos buscan mostrarse como una alternativa posible. Pero ese cálculo los pondrá frente al juicio implacable de la historia.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/337582-la-ciudad-y-la-peste

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