El paso de Javier Milei por Israel tuvo un impacto muy leve, casi imperceptible, en Israel mismo. Sucede que el país está convulsionado por la matanza de Hamás del 7 de octubre y por la fuerte movilización contra el primer ministro Benjamin Netanyahu, que actualmente camina en la cuerda floja. Justamente, el presidente argentino fue este miércoles a ver al mandatario que, según todas las encuestas, perdería hoy las elecciones. En ese marco, Milei sobreactuó su cercanía con lo más retrógrado en términos religiosos y políticos y, en lugar de hablar de paz, respaldó políticas agresivas, como el traslado de la embajada argentina a Jerusalén, tomado como una provocación por el mundo árabe.
La jugada de Milei se inscribe en el alineamiento con Estados Unidos, pero ni siquiera con la Casa Blanca, dado que Joe Biden ahora enfatiza que debe haber dos Estados, uno palestino y uno judío, con un acuerdo de paz y seguridad. Los argentinos-israelíes, agrupados en “Argentinian Israeli Collective”, emitieron un comunicado: “Repudiamos el uso y abuso de la apropiación de la identidad judía por parte de Milei y decimos, Milei no representa a los judíos. Rechazamos la visita entendiendo que busca profundizar los vínculos con la derecha extremista y mesiánica, lo que sólo acentuará los conflictos existentes en la región”.
Los dos diarios de habla inglesa de Israel, Haaretz y Jerusalem Post, informaron de la presencia “del presidente argentino de extrema derecha”. Por supuesto se consignan los dos puntos centrales del alineamiento de Milei con Israel: la declaración Hamás como organización terrorista y la mudanza de la embajada argentina a Jerusalén.
Daniel Kupervaser, periodista argentino que vive en Israel desde hace muchos años, dialogó con Página/12 sobre la visita. “Para los distintos componentes de la sociedad israelí, el presidente Milei se perfila con una imagen extravagante. Para la gran mayoría de los políticos, sobre todo las jerarquías oficiales más altas, se trata de un genuino amigo de Israel dispuesto a trasladar su embajada a la controversial Jerusalén. Entre analistas políticos, mayormente lo consideran un político extravagante que quiere obtener beneficios de una coyuntura circunstancial, mientras que otros alertan sobre nefastas consecuencias futuras que se dirigirán contra los judíos en Argentina. Hay que saber que las economías de ambos países no son complementarias, e Israel no invierte ni financia proyectos directamente en otros países. Lo que busca Milei es una orden de Netanyahu al poderoso lobby judío en Estados Unidos para que interfieran en los distintos estratos de la política y economía de EE.UU. en ayuda de Argentina. El llanto y rezo de Milei en el Muro de los Lamentos no es suficiente. Indispensable sería trasladar la embajada argentina a Jerusalén. Muy probablemente, a su retorno, le dirán que esto puede ser un tiro por la culata. El reconocimiento de la soberanía israelí sobre Jerusalén, territorio en parte conquistado por la fuerza y no reconocido por la gran mayoría de países del mundo, debilita seriamente conocidas demandas territoriales argentinas. Me refiero a Malvinas. Y, además, nadie olvida el fiasco de Jair Bolsonaro al respecto”.
Otro periodista argentino que vive en Israel, Pablo Méndez Shiff, afirma que “el contexto de la visita es problemático. Israel está conmocionado por la guerra que empezó el 7 de octubre, con el ataque de Hamas y sobre todo con la situación de incertidumbre respecto del paradero y la vida de los secuestrados. Milei llega a dialogar con un gobierno como el de Netanyahu que está contra las cuerdas. Netanyahu sabe que si hubiera elecciones hoy perdería y probablemente sería juzgado por los crímenes que cometió antes y después de este conflicto. Era previsible un escrache contra Milei de los sectores argentinos israelíes progresistas, pero la cabeza y el cuerpo lo tienen puesto en la movilización contra Netanyahu”.
En la actual situación, Méndez Shiff menciona otro ingrediente. “Argentina no pesa en el conflicto. Si el presidente Biden declara que Hamas es terrorista, tiene un efecto. Si lo hace Milei, es simbólico. No tiene incidencia en el tablero geopolítico. Si mueve la embajada, no tiene impacto real”.
Para redondear, el periodista abordó la cuestión religiosa-política. “Somos muchos los judíos aquí en Israel que vemos con preocupación el uso que hace Milei de los judíos, de las escrituras, de los símbolos. Se acerca a la corriente ortodoxa, minoritaria, porque busca justificar sus opiniones más regresivas en supuestas lecturas de la Torá y ahora sobreactúa la cercanía en este viaje. Y vemos que este intento de apropiación de los judíos que hace Milei es acompañado por sectores de la derecha y parte de las instituciones judías. Es un camino bastante peligroso”.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/711131-javier-milei-en-israel-sobreactuacion-en-politica-y-religion