En su gira latinoamericana que se vio suspendida por el avance del coronavirus, Ernesto Samper, expresidente de Colombia (1994-1998) y último secretario general que tuvo Unasur (2013-2017), pasó por Buenos Aires donde mantuvo encuentros con Cristina Fernández, Alberto Fernández y Evo Morales. Frente a la pandemia, los países latinoamericanos lanzaron un conjunto de medidas desiguales y descoordinadas que evidencia el valor de los organismos multilaterales como coordinadores de políticas públicas. Samper insiste en que la integración regional es una necesidad guiada por la política y no por la ideología.
–¿Por qué la integración sería una necesidad en este momento? ¿Cómo se organiza políticamente una región compuesta mayoritariamente por países gobernados por fuerzas de derecha y con una alta inestabilidad?
—El caos relacionado a la pandemia prueba claramente que se está necesitando una coordinación como la que ofrecía Unasur ¡Y se va a seguir necesitando! Si este organismo estuviera en la plenitud de sus funciones seguramente se hubieran reunido los ministros de salud en Río de Janeiro, convocados por el Instituto de Políticas Públicas de Salud de Unasur para diseñar una estrategia común para enfrentar la pandemia. En estas semanas vimos un espectáculo de desintegración. Mientras hay países que se dan el lujo de prescindir de las relaciones con otros por razones ideológicas, las fuerzas progresistas demostramos que la forma de unirnos es a través de la integración, que es lo que no funciona hoy en día en América del Sur.
–¿Es decir que la política debe enfrentar el coronavirus con más integración y más presencia del Estado?
–Lo que hace falta es un espacio coordinado. La diferencia entre los gobiernos de izquierda y de derecha es que para la derecha solo se trata de ampliar el libre comercio. Para los gobiernos progresistas la integración consistía en unificar políticas públicas, identificar temas comunes en infraestructura, salud, innovación, conocimiento, etc. El propio Consejo Sudamericano de Defensa había sustituido los acuerdos bilaterales peligrosos como el que acaba de suscribir Bolsonaro para entregarle en bandeja a Trump las intervenciones militares pasivas o activas en la región. Esas son las diferencias que existen entre los conceptos de integración de los gobiernos que se sumaron a Prosur y lo que fue Unasur que convocaba por igual a gobiernos de distintos signos ideológicos.
–Con el reciente retiro de Uruguay, ya casi no quedan países miembros de Unasur. ¿Existen otros organismos que deberían verse potenciados, por ejemplo, Celac bajo la dirigencia de México?
–Podría ser. Esta posibilidad se planteó incluso cuando yo estaba en la Secretaría General de Unasur. Hablamos de la posibilidad de una convergencia de los distintos mecanismos subregionales de integración que están actuando en América Latina. Estamos hablando del Mercosur, del Alba, de la Alianza del Pacífico, de Caricom, etc. Llegamos a celebrar varias reuniones con los secretarios de estos espacios para comenzar a estudiar una matriz de convergencia en la cual nos pudiéramos poner de acuerdo en aquellas materias que nos distanciaban. Aquellas en las cuales podríamos sumar esfuerzos y en la que los mecanismos podrían ofrecer un aporte especializado. Esa matriz de convergencia se la ofrecí al canciller Marcelo Ebrard en una reciente reunión que tuvimos en México para proyectar algunas de las tareas que va a cumplir la nueva presidencia de Celac. Pero además, México tiene una tarea muy importante a través del eje que se está configurando entre este país junto con Argentina, Portugal y España. Podríamos comenzar a llamarlo, “Eje Iberoamericano de integración”.
–¿El Eje Iberoamericano estaría liderado por alguno de estos integrantes?
–La región está huérfana de un liderazgo desde que Brasil resolvió abandonarlo. Tuve el privilegio de contar con el liderazgo de Brasil durante mi Secretaría General en Unasur y reconozco que fue un aporte definitivo para inclinar la balanza cuando había que hacerlo, sin poner por delante las prioridades ideológicas, que es lo que está sucediendo en la región. El liderazgo debe verse en el eje con México, en tanto puede influir sobre Centroamérica y el Caribe para que estemos todos reunidos. Creo que Argentina, a pesar de la crisis económica, tiene una fuerte vocación de integración y trabaja para que volvamos a estar integrados en algún momento para enfrentar la nuevas dificultades que nos presenta el mundo actual. De estas crisis tienen que salir oportunidades.
–Otro organismo que tiene plena vigencia en cuanto a su incidencia regional es la OEA. Usted fue muy crítico de su actuación respecto del golpe en Bolivia. Este tipo de organismos, ¿Qué función estarían cumpliendo?
–Lo que debemos trabajar en la Celac es llegar a ser una OEA sin Estados Unidos, que nos convoque a los 34 países latinoamericanos. La reelección de Almagro apunta a seguir patrocinando un veneno intervencionista, cuyo principal mérito fue polarizar a la región. En ese escenario sería preferible buscar una tercera vía que asegurara a todos los países cierta representación. En algún momento la hubo. En el esquema actual se está representando a una parte de la región en contra de la otra.
–¿Cómo augura el desarrollo de los próximos comicios en ese país?
— Me reuní con Evo en Buenos Aires y lo encontré motivado y razonablemente optimista: las recientes encuestas permiten avizorar que el candidato del MAS podría ganar en la primera vuelta, que sería el mejor escenario. Creo que fue sabia su decisión de no ser un protagonista de esta campaña y de permitir que la democracia se exprese libremente. Sin embargo, creo que la gente ha sido muy injusta: no solo en el tratamiento que le han dado a Evo sino también en la forma en la que fue depuesto y la falta de solidaridad por parte de otros países que fueron los primeros en salir a hacer observaciones con respecto a otras realidades, como por ejemplo, Venezuela. Creo que por muchas razones quedará en la historia como uno de los mejores presidentes que tuvo Bolivia. Tenemos la esperanza de que las elecciones en Bolivia reivindiquen el gobierno, pero también la democracia que fue seriamente alterada por un golpe paramilitar de Estado.
–-En este caso la acción política conjunta de dirigentes progresistas que estaban reunidos en el encuentro del Grupo de Puebla fue un eslabón importante para la salida de Evo Morales de Bolivia.
— Si, fue importante la intervención de Puebla para evitar que el derrocamiento de Evo Morales terminara en lo que hubiera sido un asesinato o aprisionamiento. Al mismo tiempo cabe valorar el papel que cumplió el Consejo Latinoamericano de Justicia y Democracia (Clajud), un organismo aprobado en la primera reunión de Puebla integrado por varios magistrados progresistas de la región, que realizó las gestiones necesarias para defender el derecho a la vida y el derecho a la restauración democrática en Bolivia. Al mismo tiempo se buscó que fueran reconocidos los derechos políticos que tiene Evo Morales como cualquier otro ciudadano boliviano a presentarse a las elecciones como candidato a senador. Paradójicamente ese día se estaba superando el secuestro judicial del presidente Lula para evitar que participara en las elecciones presidenciales de 2018.
–Se reunió con Alberto Fernández antes de asumir como presidente y, en esta ocasión, en funciones ¿Cómo encuentra el país bajo su gestión?
— En mi reunión con el presidente Fernández, estuvimos conversando largamente sobre distintos temas relacionados con la actualidad de la región. Lo veo muy enterado de los detalles de la situación política regional. Muy preocupado por la falta de solidaridad de algunos países respecto a las causas hemisféricas. Muy interesado en mantener viva la llama del espíritu integracionista que tuvo en sus manos Unasur. Con un estilo desenfadado de gobierno, sin presunciones, sin caer en el dogmatismo de la derecha, está aceptando opiniones, recogiendo sentimientos colectivos. Obviamente en el momento en que lo visité estaba muy preocupado por el avance del coronavirus, por todos los efectos que producen las medidas que deben ser llevadas a cabo. En esa reunión, justamente mencionamos que estas medidas son absolutamente necesarias pero también lo son los paliativos que deberán cuidar de los actores más débiles. Estoy seguro que esto confirmará que el relevo democrático que se produjo en Argentina representa el mismo cambio que vivirán otros países.
— Otra reunión clave durante su visita a Buenos Aires fue con Cristina Fernández de Kirchner ¿Cómo la describiría desde una perspectiva regional?
–Ella es una luz en la política Argentina y a nivel regional. Está cumpliendo con mucha discreción y con talento político su función de acompañamiento al presidente Fernández. El solo hecho de haber ocupado los más altos destinos de la Nación le ofrecen la oportunidad de contribuir al éxito del nuevo gobierno sin que existan sospechas de una búsqueda de protagonismos falsos. La vi muy comprometida con el proyecto político y con el gobierno del presidente Fernández.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/256158-ernesto-samper-frente-al-coronavirus-la-region-mostro-un-esp