Desde Brasilia
Ernesto Che Guevara y un enviado del presidente norteamericano John F. Kennedy se reunieron hace sesenta años, en agosto de 1961, luego del inicio del embargo contra Cuba y al margen de la cumbre de Punta del Este convocada por la OEA para impulsar la Alianza para el Progreso.
El encuentro, que fue mantenido en secreto durante décadas, tal vez haya sido el más importante celebrado entre un emisario del comandante Fidel Castro y un hombre de confianza de Kennedy. Fue el fruto de la voluntad de ambas partes, pero fundamentalmente de la cubana, y contó con el apoyo de un brasileño cercano al Che, Flavio Tavares, periodista y exguerrillero a cargo de quien estuvieron las conversaciones sigilosas para aproximar a dos gobiernos que acababan de romper relaciones diplomáticas.
En esta entrevista con PáginaI12 Tavares, autor del libro Mis 13 días con el Che Guevara , repasó la cumbre de casi dos semanas del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) auspiciada por la OEA y reveló los entretelones de la cita entre el Che y el emisario de Kennedy.
“La conferencia de Punta del Este fue histórica, y no estoy usando la palabra histórica porque sí, fue extremadamente importante porque nos mostró la gravedad del conflicto entre Estados Unidos Cuba, y como éste influyó en toda América Latina”, sostiene Tavares.
Por cierto el evento se inscribe en la historia del embargo y el bloqueo como una política de Estado que ha sido impermeable a los cambios partidarios en la Casa Blanca.
Surgida con el presidente republicano Dwight Eisenhower, la guerra económica contra la Isla se profundizó con su sucesor, el demócrata Kennedy y continuó sin interrupciones hasta la actual administración de Joe Biden, otro demócrata que dejó en pie las medidas draconianas heredadas del republicano Donald Trump.
Punta del Este
Las deliberaciones de Punta del Este comenzaron el 5 de agosto de 1961, cuatro meses después de la invasión de Playa Girón y 14 meses antes de la crisis de los misiles por la que Cuba se convertiría en el epicentro de una crisis nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
En ese contexto Cuba tuvo un papel protagónico en la asamblea del CIES, siendo el único país que rechazó la Alianza para el Progreso presentada por Kennedy en marzo de aquel 1961.
“De alguna manera la conferencia giró alrededor Cuba y del Che que tenía una personalidad electrizante, él era quien atraía las miradas de todo el mundo. Los periodistas querían entrevistarlo, los diplomáticos intentaban mantener una conversación a solas con él. El Che era una figura expansiva con una oratoria fuerte, pero al mismo tiempo era austero cuando hablaba en privado, era un hombre de ideas, un pensador”, recuerda Flavio Tavares.
Frondizi y Quadros
“El 18 de agosto el Che desapareció de Punta del Este, todo el mundo comenzó a preguntarse donde estaba, y luego nos enteramos que había viajado en una avioneta a Buenos Aires, hasta el Aeropuerto de Don Torcuato, para reunirse con el presidente Arturo Frondizi en la residencia de Olivos.
Al día siguiente viajó a Brasilia donde lo recibió el presidente Janio Quadros que lo condecoró con la Gran Cruz de la Orden del Cruzeiro de Sur”.
Las derechas civiles y militares de Argentina y Brasil se disgustaron con el desembarque de Guevara – la guardia de honor del Palacio del Planalto amenazó no darle el recibimiento procolar – lo que agravó los ya inestables escenarios políticos de los dos países .
Frondizi fue derrocado a principio de 1962.
Quadros presentó su renuncia cinco días después de fotografiarse con el ministro de Industria cubano, pero su salida no fue una consecuencia directa de ese encuentro.
Espías
La sala de sesiones del CIES, dominada por una amplia mesa con forma de herradura donde se sentaban los delgados, fue instalada en el Hotel Casino Nogaró.
Tavares cita la notoria cantidad de guardaespaldas y presuntos agentes de inteligencia, seguramente varios de la CIA, que merodeaban el hotel. Posiblemente buscaban todas las informaciones posibles del Comandante que desde hacía dos años estaba realizando visitas internacionales como representante de su gobierno y símbolo “de la esperanza que despertaba la Revolución en la izquierda mundial”.
“Un día, después de que el Che hizo un discurso duro contra Estados Unidos, un cubano saltó sobre la mesa y empezó a gritar ´asesino, asesino´, e intentó ir en dirección al Che pero el guardaespaldas lo protegió abriendo la bandera cubana”.
Después del incidente Guevara tomó una Coca Cola en el bar y regresó al auditorio sin ninguna muestra de preocupación.
Tavares menciona que el protocolo y la seguridad eran transgredidos a menudo por el delegado del gobierno cubano que se alojaba en un hotel modesto, a diferencia del resto de los delegados, y un día llegó a la sesión caminando por la playa a pesar del viento y el frío de agosto.
En la aristocrática Punta del Este el médico argentino cubano era el personaje estelar pero seguramente nunca tan popular como en la politizada Montevideo cuyos paredones fueron copados por pintadas dándole la bienvenida y maldiciendo a Kennedy.
“En Uruguay se sentía una tensión que era la misma que había en un continente tomado por la Guerra Fría, la represión que empezaba a aumentar”, contextualiza Tavares. “Durante los largos plenarios el Che era el único que hablaba de pie y sin leer, con un apunte que miraba cada tanto para organizar su exposición”.
En uno de sus discursos más extensos denunció que la reunión de la OEA habia sido organizada para impedir que el ejemplo cubano fuera emulado en la región.
Sus palabras estaban formalmente dirigidas a todos los participantes pero lo cierto era que apuntaban al secretario del Tesoro norteamericano Douglas Dillon.
Playa Girón
El Che exigió que haya un trato en pie de igualdad entre La Habana y Washington y deploró la fallida invasión de Playa Girón, organizada y financiada por Estados Unidos. Aseguró que esa derrota norteamericana cambiaría el rumbo del continente.
“Plantarse frente al monstruo invencible, esperar el ataque del monstruo y derrotarlo también, esto es algo nuevo en América señores”, sentenció vistiendo uniforme militar: borceguíes, camisa y pantalón verde oliva.
Mister Dillon
Douglas Dillon en su condición de jefe de la misión enviada por Washington destacó ante el CIES el impulso al “desarrollo” que llegaría a través de los abundantes créditos norteamericanos y rebatió una a una las tesis cubanas.
La contienda discursiva entre el Secretario del Tesoro y el Ministro de Industria redujo a un papel secundario a los delegados de resto del continente que oscilaban entre el apoyo sumiso a Kennedy y una neutralidad sobreactuada, como fue el caso de los representantes de Argentina y Brasil.
Lo cierto es que después de dos semanas de debates todos apoyaron la Alianza para el Progreso, aislando a La Habana que al año siguiente, en 1962, otra vez en Punta del Este, sería expulsada de la OEA.
Vinculado al Partido Republicano , el secretario Dillon era uno de los funcionarios del primer escalón del gobierno norteamericano que no pertenecía al Partido Demócrata de Kennedy.
Con sus trajes bien cortados Dillon era el funcionario más importante de la misión norteamericana en Punta del Este, situándose al margen de los cabildeos informales de los que se ocupaba otro miembro de la delegación: el joven Richard Goodwin.
Goodwin, el asesor
“El hombre de Kennedy en Punta del Este era Goodwin, Kennedy y Goodwin se conocían desde antes de la Casa Blanca, los dos venían de Boston. Godwin era el encargado de escribir los discursos del presidente”, señala Tavares al explicar el peso político del asesor.
“Goodwin se movía sin custodios y era bastante conversador, nos fue relativamente fácil llegar hasta él, lo contrario de Dillon que siempre esta rodeado de asesores y custodios”, describe Tavares.
El periodista brasileño trabajaba para un diario de su país y hacía colaboraciones para la agencia cubana Prensa Latina.
Luego de la cobertura de rutina de la cumbre solía frecuentar restaurantes donde confraternizaba con colegas o iba a las recepciones ofrecidas por influyentes personajes esteños como el político uruguayo Eduardo Haedo o el empresario argentino Lipman. Guevara estuvo algunas de esas veladas.
Tavares fue acercándose al Che gracias a la confianza surgida a partir de la relación que había establecido previamente con la madre de éste, Celia de la Serna, a quien conoció cuando ella realizó una visita a Brasil para divulgar las conquistas del nuevo gobierno cubano.
Una noche “el Che se reunió con su madre, doña Celia, su padre don Ernesto Guevara Lynch, sus hermanos y la tía Beatriz, muy elegante, en el Playa Hotel.
La seguridad cubana no dejaba pasar a nadie, pero doña Celia pidió que hicieran una excepción conmigo, que pude fotografiarlos. Creo que fue una de las útimas cenas que el Che compartió con toda su familia”.
En uno de esos encuentros frecuentes “el Che me hizo saber que le parecía bien” conversar reservadamente con Goodwin, ” con quien mi colega Hermano Alves y yo habíamos hablado durante un encuentro casual en una marisquería. Goodwin también nos manifestó su disposición para el diálogo”.
Finalmente, las gestiones de Tavares llegaron a buen puerto, pero el periodista no participó en la cita de Guevara y Goodwin y “nunca hablé con el Che de lo que pasó en la reunión”.
La primera versión documentada dada por uno de los protagonistas se conoció sólo en 1996, cuando fue desclasificado el cable secreto enviado por Goodwin a Washington el 22 de agosto de 1961 y del cual Tavares tiene una copia en su oficina de Porto Alegre.
En el memorando Goodwin dice que se abrió la posibilidad de un deshielo, porque sin bien Guevara no está dispuesto a reintegrar las empresas expropiadas si aceptaría indemnizar a Estados Unidos a través de compensaciones en el comercio bilateral.
El consejero de Kennedy elaboró un informe de medido optimismo en el que describió líder revolucionario como alguien firme en sus convicciones y sentido del humor.
“Tras la barba rala (Guevara) tiene facciones suaves, casi femeninas, pero el gesto es serio, reveló muchísimo sentido del humor e intercambiamos chistes”, dice el mensaje de acuerdo con la traducción al español hecha por Tavares.
El informe que probablemente haya leído Kennedy, cuenta que una de las bromas de Guevara fue “agradecer” a Estados Unidos por la invasión de Playa Girón dado el rédito político que significó para Cuba.
La historiadora Doris Kearns, esposa de Godwin fallecido en 2018, aún guarda la caja de madera de los habanos que Guevara le obsequió a su esposo en Punta del Este.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/365082-entretelones-del-encuentro-entre-el-che-y-un-funcionario-de-
Entretelones del encuentro entre el Che y un funcionario de Kennedy, hace 60 años