En las elecciones de este domingo en la Ciudad de Buenos Aires está en juego la jefatura de gobierno y más. Con las estrellas de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal apagándose, Horacio Rodríguez Larreta va en busca de otro mandato, pero también de consagrarse como el único macrista victorioso para convertirse así en referente ineludible de ese espacio y seguir alimentando su sueño presidencialista. Como contrapartida, al peronismo y los sectores progresistas encolumnados tras la candidatura de Matías Lammens y Gisela Marziotta el envión que trae el Frente de Todos les abre la posibilidad de forzar una segunda vuelta con la ilusión de darle entonces un golpe de gracia a la derecha que hace cuatro años gobierna el país.
En la Ciudad de Buenos Aires hay ballottage clásico: quien quiera ser jefe de gobierno debe ganar con más del 50 por ciento de los votos. Es una exigencia mucho mayor a la establecida para ser presidente, para lo cual alcanza con superar el 45 por ciento si la diferencia con el segundo es mayor a 10 puntos.
La corta historia institucional que la ciudad tiene desde la consagración de su autonomía en 1996 –hasta entonces gobernaba un intendente designado por el presidente de turno- da cuenta de la altura casi infranqueable de esa vara: ningún candidato hasta ahora logró superarla.
La única vez que los porteños no tuvieron que ir a votar en una segunda vuelta fue en el año 2000. Entonces, en la primera votación a Aníbal Ibarra quedó a sólo unas décimas de consagrarse jefe de gobierno y Domingo Cavallo desistió de enfrentarlo en un ballottage.
Rodríguez Larreta, que hace cuatro años tuvo que transpirar la camiseta para suceder a Macri en la jefatura de gobierno al punto de que casi pierde en la segunda vuelta con Martín Lousteau, hizo todo con miras a ser el primero en llevarse de entrada el premio mayor. Sin embargo, en las PASO del último 11 de agosto ganó pero no con los votos que necesitaría hoy para evitar el ballottage.
Hace dos meses el actual jefe de gobierno obtuvo el 46,24 por ciento. Lammens, su principal adversario, reunió el 31,8 por ciento de los votos. Lejos quedaron Matías Tombolini, de Consenso Federal, con el 7,17 por ciento, y Gabriel Solano, del Frente de Izquierda-Unidad, con el 3,99 por ciento.
Algunos macristas se volvieron más optimistas la última semana, tras la manifestación de apoyo a Macri en la 9 de Julio y analizaban que “haber reunido semejante multitud tendrá impacto en el electorado”. Más cauto, tal vez como los técnicos que quieren sacarle presión a sus jugadores, Diego Santilli vaticinó que habrá segunda vuelta. Muchos coinciden con el análisis del candidato a vicejefe de gobierno y sostienen, incluso, que “difícilmente se pueda mejorar lo de agosto”. En ese marco, se darían más que satisfechos si logran mantener los votos de las PASO.
Tras el susto de cuatro años atrás, cuando Lousteau le pisó los talones en la segunda vuelta y terminó solo 3 puntos detrás suyo, Rodríguez Larreta se dedicó tanto a hacer veredas y cuanta obra los porteños pudieran ver, como a alambrar su territorio y blindar su candidatura a la reelección. Aprovechó la elección de 2017 para llevar a su molino a Elisa Carrió, con quien forjó una relación que casi ningún otro macrista tiene. En el último año sumó al propio Lousteau, el único a quien percibía como un obstáculo para sus ambiciones, y hoy lo lleva en su boleta de Juntos por el Cambio como primer candidato a senador por la ciudad. Al socialista Roy Cortina lo sedujo también con el tercer lugar en la lista de legisladores porteños del oficialismo.
Lo que no estaba en los planes de Rodríguez Larreta era la debacle económica a la que condujo Macri, a quien como los demás macristas ocultó sin miramientos durante la campaña. La unidad del peronismo y los diversos espacios del progresismo porteño terminaron de complicarle el panorama.
Los peronistas porteños también se reordenaron como producto de la candidatura presidencial de Alberto Fernández con Cristina Kirchner como compañera de fórmula y lograron que en el Frente de Todos confluyeran los sectores de centroizquierda opositores a Macri. La nominación de Lammens, una figura independiente más atractiva para un electorado renuente a votar peronistas, con la periodista Gisela Marziotta de candidata a vice, consiguió hacer aún más atractiva la propuesta.
En el Frente de Todos descartan que Lammens recortará la diferencia que Rodríguez Larreta le sacó en las PASO y que “va a haber segunda vuelta”. Los porteños decidirán si el pleito se define hoy o en un ballottage dentro de cuatro semanas.
Senadores, diputados y legisladores porteños
Este domingo, en cambio, quedará resuelta la disputa por los cargos legislativos. Lousteau y la ministra de Desarrollo Humano porteña, Guadalupe Tagliaferri, son los candidatos a senadores de Juntos por el Cambio y llevan las de ganar. El Frente de Todos tiene en su boleta a Mariano Recalde y la socióloga feminista Dora Barrancos y se descuenta que se quedará con la representación por la minoría.
En la Cámara de Diputados se renuevan este año 12 de las 25 bancas correspondientes a la Capital Federal. La lista del oficialismo la encabeza Maximiliano Ferraro y Fernando “Pino” Solanas es el primero en la boleta del Frente de Todos. Juntos por el Cambio parte con ventaja para el reparto de los espacios en el que pueden tallar también Consenso Federal, con Marco Lavgana a la cabeza de su lista, y el FIT, que lleva a Myriam Bregman en primer lugar. Si alguno de ellos entra sería seguramente en desmedro del Frente de Todos.
En la Legislatura porteña se renuevan la mitad de las bancas. La lista de Juntos por el Cambio la encabeza Diego García Vilas, seguido de Ana María Bou Pérez, actual ministra de Salud porteña, y el socialista Cortina. En la boleta del Frente de Todos los tres primeros lugares los ocupan Claudia Neira, directora del Banco Ciudad; el albertista Claudio Ferreño; y Ofelia Fernández, ex presidenta del Centro de Estudiantes del Colegio Carlos Pellegrini.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/227592-en-la-ciudad-de-buenos-aires-se-juega-la-jefatura-de-gobiern