Es conocido el error que la izquierda chilena le atribuye haber cometido a Eduardo Frei Montalva cuando apoyó inicialmente el golpe de Pinochet contra Salvador Allende (que consideraba a Pinochet su general más “leal“) que pensaba que el golpe de Estado (que él apoyó por lo bajo) iba a durar muy poco y que pronto la crisis política se resolveria a su favor. No fue así (hubo sí leales como el general Schneider). Chile se sumergió en una dictadura sangrienta, que se prolongó durante décadas y cuyas secuelas (entre ellas su constitución llena de candados diseñada para trascender en democracia por Jaime Guzmán, a menudo confundido con Juan Guzmán Tapia, el único juez –católico- que procesó a Pinochet y no fue siquiera mencionado por Boric) siguen en pie.
No muy distinto parece haber sido el error cometido por la llamada “izquierda caviar“ peruana, encabezada por Verónica Mendoza, amiga de Boric (principal apoyo de Dina Boluarte en la región, pese a que Boric proviene del movimiento estudiantil chileno y la dictadura de Boluarte reprime y gasea a esos mismos estudiantes sanmarquinos). Inicialmente Mendoza apoyó por lo bajo pero también con votos el golpe contra Castillo (un serrano sin “experiencia“), que la había vencido en las elecciones de 2021 (tuvo que esperar más de un mes para que se reconociera su triunfo, el fujimorismo impugnaba a sus electores de Puno, Juliaca, Ayacucho y Cusco diciendo que “los indios no saben votar“), pensando acaso que la crisis política se resolveria (como pensó Frei en Chile unas décadas antes) en su favor. Pero no fue así. Y hoy Perú se sumerge en una crisis politica y social pocas veces vista desde la recuperación de la democracia. Esta crisis se profundizó por la falta de claridad (respecto de la nulidad legal de la vacancia contra Castillo) del progresismo latinoamericano, partido en dos (Evo, Petro, Amlo, Xiomara, Arce, pero también Lacalle Pou, Alberto e incluso Piñeria; de un lado, Lula y Boric, de otro). Parte del progresismo ha hecho propias las confusiones nada inocentes que le aportó Mendoza, que no fue clara desde el comienzo en cuanto a la ilegalidad de la vacancia contra Castillo, independientemente de si estaba o no habilitado para disolver éste el parlamento. Hay mecanismos previstos por la constitución para esos casos y no se respetaron.
Se está desmantelando el Estado de derecho, se restablece el derecho penal del enemigo, se persigue y se acalla el disenso, para combatir el “terrorismo urbano“ se disfraza de rojo a cualquier detenido, se invade la Junta Nacional de Justicia, como denuncia la ex fiscal de la Nación Zoira Avalos, se censura a la prensa crítica, se censura a estudiantes, el congreso aprueba normas que favorecen la mineria ilegal. Se impugnan informes de OEA y ONU.
Al anteponer en un monento crítico, como fue una destitución ilegal de un presidente, sus propios intereses personales, Mendoza incidió en el equivoco de varias figuras de la politica y del Derecho latinoamericano. Este paso en falso tuvo consecuencias. Su ambiguedad inicial generó confusión en buena parte de la izquierda latinoamericana (Ecuador, Brasil, Chile) acerca de (y subestimando) la gravedad de los mecanismos empleados en la destituición de Castillo. La vacancia contra Castillo es nula, (nos caiga bien o mal Castillo, son cuestiones independientes, no se trata de justificar una cosa con otra, discutir si estaba o no preparado para gobernar no habilita a destituirlo de cualquier modo, violando los procedimientos constitucionales) porque se instrumentó, su vacancia, violando la constitución y el reglamento del Congreso peruano. Es una vacancia ilegal. Y esto no lo dijo inicialmente la izquierda. La izquierda caviar (término que nace en Francia, donde estudió Mendoza) prefirió mirar para otro lado, porque pensó que dejando caer a Castillo (porque es un indio, un serrano, no estaba “preparado“, porque “no es capaz“, etc, es un maestro de Cajamarca), siendo cómplices de su caida, la crisis se resolveria a favor de ellos en poco tiempo. Pero no fue así. Hoy Perú tiene 75 asesinados, un gobierno sin legitimidad y una oposición atomizada, precisamente porque la izquierda no supo posicionarse con claridad desde el primer momento, contra la usurpación de Boluarte y sus ministros aliados al fujimorismo, que asumieron luego de una vacancia inconstitucional y una represión asesina. El dia de la destitución ilegal de Castillo la izquierda argentina (del Caño) salió a pegar carteles en las facultades de la UBA que decian “solidaridad con los trabajadores franceses“. Ni una palabra sobre la ilegalidad de la destituición contra Castillo. Nada. La izquierda blanca no puede ser cómplice de tamaña tropelia. (Evo, que no es blanco, ni caviar, que entiende de racismo, apoya a Castillo) Milei (como Boric) apoya a Boluarte.
Verónica Mendoza ya se vio tres veces con Boric. Boric se vio tres veces con Dina Boluarte, a quien abraza en cada foto. Estamos protagonizando un papelón histórico del progresismo latinoamericano. No están viendo que hubo un golpe de Estado. Hasta el partido demócrata en Estados Unidos se ha manifestado preocupado, en una carta suscripta por 16 legisladores, a instancias de Alexandra Cortes, por la violación a los derechos humanos en Perú.
Jorge Cholvis (que se ha dedicado a pensar la deuda y la soberania) era un joven técnico cuando viajó a Chile por encomienda de Arturo Sampay, que ya estaba grande; lo esperaba Eric Calcagno en Santiago. Cholvis viajó a colaborar con la reforma constitucional de Allende. Se debatia entonces un artículo similar al art. 40 de la constitución del 49 (derogada en nuestro país por un bando militar, detalle institucional que es apenas una nota al pie de página en los manuales de Bidart Campos, razón por la cual a Duhalde “el bueno“ le molestaba que el edificio antiguo de la Secretaria de Derechos Humanos, en la calle 25 de mayo, llevara por nombre Bidart Campos y no Arturo Sampay), sobre recursos naturales. Parecen historias alejadas, pero son determinantes para recuperar la integración de nuestra jurisprudencia en una causa común. Latinoamericana. La vacancia de Castillo es nula y es ilegal, porque se instrumentó violando la constitución peruana. El progresismo no puede mirar para otro lado. Debe decirlo.
Resulta curioso que Boric apoye a Boluarte. Milei (y Vox) también(n) lo hace(n).
En Perú, como en Chile en tiempos de la Vicaria de la Solidaridad, la única resistencia institucional consistente y seria es la que sostiene la Iglesia Católica.
Milei dice que el Papa apoya las dictaduras sangrientas. Pero en Perú la sangre que corre es la que justifica Milei. Hay 75 asesinados en Perú. Y no hay nadie preso. El abrazo de Boric a Boluarte es una infamia para el progresismo.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/594217-el-paso-en-falso-de-la-izquierda-caviar