En relación al 2019, el reglamento del debate presiencial contó con para de modificaciones: para este evento, se actualizó con un formato -un poco- más dinámico, en el que se incluyó un segmento de “preguntas cruzadas” y, quizás, el cambio más novedoso: el botón del derecho a réplica. Este último pareció funcionar como juguete nuevo, ya que los candidatos lo gastaron a los pocos minutos, con varios de ellos agotando sus cinco oportunidades en un muy corto lapso de tiempo.
Ya desde el arranque, la nueva modificación dio de qué hablar. Es que cuando los moderadores iniciales explicaron cómo funcionaba el “botón rojo” -así lo llamaron- que permitia a un candidato tener su réplica en caso de sentirse “aludido” por el discruso de otro, aclararon que sólo se podía usar durante las exposiciones de los ejes temáticos y no al principio de la ceremonia. Pero se ve que mucha atención le prestaron porque cuando Sergio Massa tenía su minuto de presentación -antes del primer eje temático- los opositores eran niños que no se aguantaron sus ganas de apretar los botones. Los periodistas debieron volver a explicar las reglas.
Casi todos los candidatos se enfocaron aprovechar la objección durante el primer bloque, al que remitía al eje temático de la economía. Así se se generó una cuasi lucha para ver quién apretaba más rápido el chiche nuevo, al punto de que Massa y Javier Milei gastaron las cinco posibilidades cuando todavía no había finalizado el eje temático. Los otros candidatos, en tanto, también le dieron al botón, la más cautelosa fue Myriam Bregman, con apenas dos golpeteos al botón durante el segmento económico.
¿Por qué gastaron sus oportunidades tan rápido? Las respuestas las tienen los candidatos y sus asesores, aunque hay varias hipótesis. Se sabe, por un lado, que al principio del debate es cuando se puede recoger más público: el rating (tanto televisivo como vía internet) fue más alto ni bien empezó el debate que al final del mismo
A su vez, al ser la economía el primer bloque, todos los candidatos quisieron contestarle a sus oponentes sobre esa temática o bien, como fue el caso de Massa, aprovechar las réplicas para anunciar algunas propuestas de “su” gobierno, pronombre que usó para despegarse de la gestión de Alberto Fernández.
La educación, sin réplicas
La estrategia para usar el botón rojo también deja lugar para otras reflexiones del debate. Tal cual lo remarcó el Observatorio Hacer Educación, que depende de la Universidad de Buenos Aires, en el segundo eje del debate, que se remitió a la educación, los candidatos prefirieron no interceder sobre el discurso de los otros políticos. En algunos casos, como el de Milei y Massa, por que no les había quedado más remedio: ya habían consumido todas sus chances. Bullrich, Bregman y Schiaretti, en tanto, prefirieron guardar sus últimos cartuchos en el último bloque de Derechos Humanos.
Por último, el juguete nuevo también sirvió como indicio para responder el axioma dime con quién rivalizas y te diré que puesto aspiras. Y así como Massa y Milei se eligieron casi mutuamente y descartaron -en parte- apuntar sus cañones a Bullrich, la exministra de la Alianza intentó colarse en las conversaciones de ambos, en lo que se puede entender su intención de querer colarse también el balotaje. También tuvo un cruce/provocación contra Bregman, quien a su vez dedicó los réplica casi equitativamente entre los candidatos de Unión por la Patria, el PRO y la Libertad Avanza.
Scharetti, por su parte, padeció sufrir el síndrome de los patadura: nadie lo eligió, ya no para un picado de fútbol, sino para debatir con él.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/593790-debate-presidencial-el-derecho-a-replica-el-juguete-nuevo-qu