El presidente electo Alberto Fernández recibió en sus oficinas al embajador de Estados Unidos, Edward Prado, con las formalidades del caso, que incluyó la presentación de los equipos de que trabajarán en el vínculo bilateral. La embajada norteamericana informó luego su predisposición a colaborar con el próximo gobierno y habló de los deseos de mantener en pie la “relación duradera” entre ambos países. Obviamente, en el encuentro se hizo un repaso de la convulsionada situación regional en la que el presidente electo dejó en claro su rechazo a una intervención extranjera en Venezuela y que lo sucedido en Bolivia fue un golpe de Estado, por lo que no habrá reconocimiento para la presidenta de facto Jeanine Añez, que no será invitada a su asunción. Por caso, a Nicolás Maduro tampoco.
“Lo más importante acá es lo gestual. No hicimos con ninguna otra embajada lo que se hizo con Estados Unidos, está claro que el vínculo con la Casa Blanca está en el tope de las preocupaciones para Alberto”, comentaba uno de sus colaboradores, que recordaba el antecedente del llamado que le hizo Donald Trump unos días atrás. Aunque en esa ocasión quedó la idea de organizar una reunión bilateral, eso no se tocó en el encuentro de ayer y parece difícil que se concrete antes de fin de año dada la agenda de urgencias que deberá atender Fernández en cuanto asuma la presidencia. Pero, como en aquel diálogo, los norteamericanos de nuevo expresaron la intención de su Gobierno de colaborar en las negociaciones que vaya a encarar con el FMI.
Hubo dos partes de la reunión, en la primera no estuvo Fernández. Arrancó con el próximo canciller Felipe Solá, el muy factible embajador en Washington Jorge Argüello, el futuro jefe de Gabinete Santiago Cafiero y quien será encargado de Asuntos Estratégicos o algo en esa línea, Gustavo Beliz. Prado llegó acompañado de sus cuatro principales consejeros: la consejera general MaryKay Carlson, el consejero político Chris Andino, el económico Tim Stater y el cultural Silvio González. En ese tramo repasaron algunos temas generales sobre la relación bilateral en un tono cordial.
Beliz, por ejemplo, quiso saber sobre la continuidad de las misiones militares norteamericanas y de las “bases” que en su momento se dijo que Mauricio Macri había permitido instalar en el país. Pero los visitantes se excusaron diciendo que los temas militares corrían por otra cuerda, aunque aseguraron que no había bases en el país, sino simplemente misiones de entrenamiento que se hacían tanto aquí como en Estados Unidos. “En general la reunión fue en tono risueño, incluso se hicieron algunos chistes”, comentó uno de los participantes.
Luego de ese tramo de presentación y repaso de temas bilaterales, llegó Alberto Fernández. Respecto al tema Venezuela, repitió algunos de los conceptos en los que dijo haber coincidido con el asesor especial de la Unión Europea para este tema, el veterano diplomático español-uruguayo Enrique Iglesias. “Hay que avanzar en una salida institucional negociada”, definió. Lo mismo que su oposición a un bloqueo comercial porque eso significaría profundizar la crisis humanitaria que vive Venezuela. Iglesias se reunió el lunes con Fernández y ayer mismo, más temprano, con Solá. El diplomático se mostró sorprendido por lo visto en Venezuela, en donde dijo haber palpado lo que sea tal vez la crisis humanitaria más profunda vivida por un país sudamericano. Por eso, coincidieron, sería peligroso un movimiento que complique más lo que allí se vive.
Respecto al tema Bolivia, Solá recordó el repudio al golpe aprobado en la Cámara de Diputados a instancias del bloque del peronismo. Por eso, subrayó que no habría reconocimiento para Añez, ni será invitada a la jura del 10 de diciembre. No obstante, dijeron que si hay una salida pactada entre todas las fuerzas políticas para una nueva convocatoria a elecciones, la apoyarán. Quedó claro que tanto en lo referido a Venezuela como a Bolivia la posición de Fernández es bien diferente a la del Departamento de Estado, pero los participantes del encuentro aseguraron haber encontrado comprensión de parte de la Embajada. La nueva gestión busca un equilibrio: una posición regional de línea progresista pero no necesariamente confrontativa con Washington, a la manera de Uruguay y México.
Apenas sobrevoló la cuestión del terrorismo. No quedó claro si hizo falta alguna aclaración en el encuentro pero los colaboradores de Fernández dejaron en claro que no está en sus planes analizar la derogación del decreto de Macri que declaró a Hezbollah como organización terrorista. Fue exactamente lo que días atrás le respondió el presidente electo a la embajadora de Israel, Galit Ronen, pero por algún motivo luego hubo versiones periodísticas que afirmaron lo contrario. Si bien en su momento desde el peronismo rechazaron que Macri califique así a una organización que tiene representación política en el gobierno del Líbano, ahora, revertir eso significaría entrar en una disputa innecesaria para una gestión que arranca con muchas urgencias que atender.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/233247-con-promesas-de-colaboracion