Esa noche del jueves 1 de septiembre de 2022 lo primero que sentí fue miedo, un frío miedo que nunca antes había sentido en mi vida.
Después me embargó la bronca, la desesperación por hacer algo, por abrazarte.
Saberte viva y verte fuerte me devolvió la paz y la fortaleza.
Buscando encontrar templanza ante la conmoción, empezamos a escribirnos y a llamarnos entre compañeros y compañeras. Llegaban mensajes de todos lados, tratando de entender algo, de ponerle palabras a la angustia y de encontrar la forma de cuidarte. Como nos pidió Néstor y como entendemos es nuestro mandato.
Nos quieren con miedo, inmovilizados, nos quieren amoldados y amordazados a la “corrección política” de sus conveniencias.
Con vos no lo lograron. Por eso disparan.
No fue un solo atentado, ni un loquito suelto.
Dispararon miles de veces con todos sus caños orquestados, con todos sus verdugos de la palabra recitando al unísono, en nado sincronizado, la más feroz campaña de estigmatización y deshumanización de las últimas décadas.
Les molestas vos, tu condición de mujer que no se doblega, tu inteligencia que los expone y sobre todo tu fuerza, que los atormenta.
Les molestas vos, como les molesta el peronismo, como les molestan los sindicatos, los trabajadores que exigen sus derechos, las universidades públicas y la alegría del pueblo en las calles. Y esa impotencia se transforma en violencia política.
Siempre te sobre pusiste a la adversidad. Y esa fuerza nos contagió a todos, y así estamos sanando las heridas. Como lo hicimos antes y cómo lo vamos a seguir haciendo.
Tu fuerza nos da esperanzas.
Te dispararon y patearon el hormiguero del campo nacional y popular. El odio despertó al pueblo y el amor lo empujó a las calles.
El milagro de la vida volvió a encender la esperanza. Somos como las hormigas, que de a millones, y con trabajo y alegría vamos a re construir las utopías que quisieron avasallarnos.
Porque no se puede caminar si por delante no llevamos el estandarte de un sueño, de una utopía a la cual seguir.
Así como no pudieron vallar el amor de tu pueblo, ni quebrarlo con su odio, ni manipularlo con sus mentiras, ni comprar el amor de los más humildes; tampoco van a poder apagar ahora este fuego que ese disparo encendió nuestros corazones.
Ellos con todos sus medios, con toda su riqueza, con todos sus fiscales y sus jueces, con todo su control de la in-Justicia y su ejército de odiadores pagos, no pudieron torcer la historia, porque la historia grande es de los pueblos. No es de ellos.
Esta es nuestra historia de amor. La historia de Cristina y de la Argentina, porque el amor que diste es el mismo que te vuelve.
Y estoy seguro que ésta es nuestra mayor fortaleza, porque a diferencia del odio, que nada construye, el amor se convierte en esperanza y en fe.
Se multiplica, transforma y hace mover la historia.
Que distinto sería si en lugar de buscar destruirte, intentaran hacer algo mejor. Pero el egoísmo, el individualismo y la envidia les seca los corazones y les nubla la vista. Allá ellos y su odio.
Nosotros estamos firmes, con nuestras heridas sanando, con nuestras convicciones intactas y con nuestra pasión encendida para volver a soñar con esa Argentina grande.
Cuidarte es actuar en defensa propia. Porque vos sos la única contención para el desguace final de esta utopía que hunde sus raíces en nuestra historia y que nos empuja hacia adelante.
Por eso quisieron matarte, pero el milagro de este amor fue más fuerte que las balas. Volvimos a nacer.
Con vos, siempre.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/479431-carta-abierta-a-cristina-por-walter-vuoto