Desde Brasilia
En Brasil queda menos democracia. Decenas de miles simpatizantes de la ultraderecha se movilizaron este martes, Día de la Independencia, para asistir a los actos golpistas convocados por Jair Bolsonaro en Brasilia y San Pablo. Fueron movilizaciones importantes aunque muy lejos de convocar a los hasta dos millones de personas prometidos por el gobernante.
“No podemos aceptar más presiones políticas en nuestro Brasil, o el jefe de ese Poder (Judicial) no encuadra a los suyos o ese Poder puede sufrir aquello que nosotros no queremos”, amenazó el capitán presidente. Se dirigía al titular del Supremo, Luiz Fux, exigiéndole que ponga en caja a los jueces levantiscos, es decir independientes.
El Partido de los Trabajadores, movimientos sociales, sindicatos y la Iglesia católica realizaron movilizaciones por el impeachment de Bolsonaro y en defensa de la democracia en San Pablo, Brasilia y otras ciento sesenta ciudades (Ver nota aparte).
Partido militar
A las diez y media de la mañana, subido a un camión con parlantes, Bolsonaro pronunció un discurso breve destinado, principalmente, a intimidar al Supremo Tribunal Federal. En el mismo camión se encontraba el general Walter Souza Braga Netto, ministro de Defensa, ubicado dentro del ala más bolsonarista de un partido militar leal al gobierno y al régimen autoritario, aunque estaría atravesado por algunas divergencias internas como la manifestada por el vicepresidente, Hamilton Mourao.
El general Mourao expresa las mismas convicciones neofascistas que el jefe de Estado del que lo diferencia un estilo sobrio y su interlocución con grupos económicos y políticos desencantados del jefe de Estado obsesionado en generar una crisis tras otra, y atacar a los Poderes de la República.
Desde el llano, sobre la avenida Explanada de los Ministerios, miles de incondicionales del gobierno pedían acabar con la “dictadura de la toga”, por el cierre del Supremo y/o la invasión del palacio de justicia ubicado a unos trescientos metros de donde se realizaba el acto. A media mañana la temperatura en Brasilia había trepado a los 30 grados centígrados con una humedad propia del desierto del Sahara, 13 por ciento.
Horno seco
En ese horno seco a cielo abierto las estocadas del orador contra la justicia, pero sobre todo contra la democracia, parecían ser más hirientes. El público se protegía con paraguas blancos o banderas brasileñas del sol agresivo aunque no lo suficiente como para aplacar la euforia expresada a los gritos: “mito, mito”. Se observaba un buen número de personas con 50 o más años de edad, en gran parte llegadas de otras provincias como Goias y Mato Grosso do Sul, cuyos estancieros financiaron el traslado de cientos de colectivos hasta la capital. La Explanada de los Ministerior atraviesa una parte de la ciudad en sentido oeste-este culminando en los palacios de la Presidencia y el Supremo, uno frente al otro.
Bolsonaro eligió golpear al Supremo, instando a la desobediencia de sus fallos. Como blanco preferencial, dentro del Supremo, escogió al juez Alessandro de Moraes al que atacó a la mañana en Brasilia y por la tarde en San Pablo, donde el mandatario se trepó a otro carro inmenso estacionado cerca del parque Trianon-Masp, una isla de densa vegetación semiselvática en medio de la neoyorquina Avenida Paulista. Allí lo acompañaba el capitán Tarsicio Gomes de Freitas, ministro de Infraestructura.
“No es posible admitir que un solo hombre perturbe nuestra libertad. Alexandre de Moraes dejá de ser un sinvergüenza”, disparó Bolsonaro. “Alexandre de Moraes dejá de oprimir al pueblo, de censurar (…) que todos los presos políticos sean liberados”.
En rigor los arrestados no son presos políticos sino sospechosos de promover el golpe de estado e incitar al asesinato de magistrados.
Delitos
El encono de Bolsonaro con ese magistrado va a caballo de la campaña para initimidar a una corte que se ha distanciado del ejecutivo. Moraes se tornó persona especialmente non grata desde que incluyó al mandatario en una investigación sobre una “organización delictiva” que divulga fake news desde el “gabinete del odio”, el cual que funcionaría en el propio Palacio del Planalto.
Si esa causa prospera podría poner al desnudo los pactos entre el presidente y la industria de la desinformación y enviar a prisión a Carlos Bolsonaro, uno de los hijos del mandatario a cargo del cual está la estrategia de desinformación del gobierno y, antes la campaña sucia electoral de 2018.
Los Bolsonaro habrían cometido varios delitos comunes desde su llegada al poder en 2019 sumados a otros perpetrados cuando la familia montó una red de desvío y lavado de dinero que le permitió acumular un patrimonio que no se condice con sus ingresos declarados y comprar más de diez inmuebles y terrenos al contado.
A través de las redes sociales Moraes, haciendo hincapié en la institucionalidad, le respondió a Bolsonaro. “En este 7 de septiembre conmemoramos nuestra independencia, la que garantizó nuestra libertad y la que solo se fortalece con un absoluto respeto de la democracia”.
Patriotismo
En San Pablo Bolsonaro tocó bastante el sentimiento patriótico a tono con el Día de la independencia. “Este es el despertar de una nación, tengo la certeza de que seremos grandes allá adelante (cuando) colocaremos a Brasil en un lugar destacado en el mundo”, proclamó a casi a las cuatro y media de la tarde. Fingiendo ser víctima de una persecución afirmó que no cederá a las presiones. “Quiero decirle a aquellos que quieren verme inelegible, allá en Brasilia, que sólo Dios me saca de allá (Planalto)”. “Quiero decirle a los canallas que yo nunca iré preso”, reforzó en otro desafío a la justicia.
Los embates de este martes contra la democracia, ante decenas de miles de seguidores, posiblemente hayan sido los más graves realizados por el líder autoritario desde su llegada al Planalto y seguramente darán lugar a respuestas en los próximos días desde la oposición y el Supremo.
El excandidato presidencial petista, Fernando Haddad, sostuvo que los dichos de este 7 de setiembre del ex militar son más que suficientes para abrirle un proceso de impeachment.
Asalto al Capitolio
El presidente y sus hijos, integrantes del Clan Bolsonaro, se imaginan a sí mismos como el espejo tropical de la familia Trump. En la primera semana de enero pasado el diputado e hijo presidencial, Eduardo Bolsonaro, fue hasta la Casa Blanca a presentarle a su hija recién nacida a Ivanka Trump (hija de Donald), con quien se tomó una foto de familia. Durante su paso por Washington Bolsonaro hijo mantuvo reuniones con activistas vinculados asalto al Capitolio, del cual habló positivamente en las redes sociales.
Este fin de semana el diputado organizó una cumbre de extrema derecha internacional en Brasilia, que contó con la presencia virtual de otro de los hijos de Trump, y en la que hubo comentarios más o menos explícitos sobre el ataque al Capitolio. Este lunes a la noche Bolsonaro junior se sumó a un grupo de sediciosos brasileños que violó el cordón de seguridad establecido en el centro de Brasilia y avanzó hacia el el palacio de justicia amenazando invadirlo y reivindicando un golpe.
Es posible que el diputado desee ser quien siga los pasos de los golpistas de Washington en Brasilia. La amenaza contra la sede del Supremo no se concretó este 7 de setiembre pero sigue en pie.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/366808-brasil-marcha-y-amenaza-golpista-a-la-corte-suprema