¿Cómo encaja Evo Morales en aquella tesis agorera del “fin del ciclo progresista”? Definitivamente, no encaja. No hay cómo. Bolivia vuelve a decidir que quiere más Evo Morales. A falta del 16% de las actas escrutadas, donde hay un fuerte componente rural, el presidente indígena logra el 45% de los votos, con una diferencia de 8 puntos respecto a su contendiente, Carlos Mesa (37%); el tercer lugar se lo queda contra todo pronóstico el pastor evangelista coreano, Chi Chung, que obtuvo 8% que supuso la novedad con un discurso ultra conservador; el gran perdedor es Oscar Ortiz, el “Bolsonaro” de Santa Cruz, que solo obtuvo un 4%.
La sorpresa de la elección no residió de ninguna manera en la buena votación que logró Evo Morales luego de 14 años de gestión. El hecho más llamativo estuvo en el voto útil anti Evo que se consolidó en el arco opositor de tal manera que Mesa, el segundo en disputa, granjeó buena parte del electorado de Ortiz. Esto ya se podría observar en la última encuesta Celag: Mesa tenía una imagen positiva muy baja (33%) y en cambio su techo electoral era del 40%. ¿Cómo se explica esto? Porque el voto útil anti Evo estaba más latente en esta elección. Es como si buena parte del espíritu de la segunda vuelta ya hubiera estado presente en esta primera vuelta. Es decir, el votante anti Evo más radical ya fue a parar al segundo, y aún así, se quedó a una distancia considerable del líder indígena.
A partir de aquí, todavía es difícil adivinar que pasará hacia delante. Evo Morales en su discurso no ha dado por terminado la contienda electoral porque confía en el voto del “campo”, y ha manifestado que es posible la victoria en primera. Matemáticamente es posible. Por su lado, los opositores ya hablan del escenario de segunda vuelta. Veremos que ocurre en las próximas horas, o quizás días.
Lo que sí es seguro es que luego de más de una década de gestión, el líder boliviano continúa siendo quien mejor sintoniza con su pueblo y sus sentidos comunes. La ciudadanía no vota únicamente por una buena campaña electoral, ni siquiera por un hecho puntual que se impone en la coyuntura. A la hora de decidir cuál es la mejor opción para gobernar el país, el “metro cuadrado” es más definitivo que cualquier tapa de prensa opositora. La gente vota a Evo como presidente porque tiene más derechos sociales; porque se siente más orgulloso de ser boliviano; porque el país tiene una gran estabilidad; y, fundamentalmente, porque le va mejor que antes en lo económico, en lo cotidiano.
Esto no significa que todo sea óptimo. Es imposible que sea así en una democracia viva con una sociedad que cada día tiene más aspiraciones. Es “normal” que la ciudadanía cada vez exija más, y por ello, la votación a favor de Evo es importante aunque la brecha no sea tan grande respecto al principal bloque opositor. No obstante, sean 8 puntos, o sean más de 10 (que asegura la victoria en primea vuelta), la distancia entre el proceso de cambio comandado por Evo y su rival es amplia, lo que denota es que el pueblo boliviano sigue viendo con buenos ojos el sí “hay alternativa” no neoliberal, con políticas de redistribución de riqueza, con crecimiento económico sostenido, con una notable bolivianización del sistema financiero, y con mayor soberanía sin tener que pedir consejo al FMI.
Alfredo Serrano Mancilla es director del CELAG.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/226476-bolivia-quiere-mas-evo