Argentina, ¿colonia o pensamiento independiente? | El discurso de CFK y los “tigres” asiáticos

Argentina, ¿colonia o pensamiento independiente? | El discurso de CFK y los “tigres” asiáticos

Los comentarios que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner hizo el 25 de mayo en torno a la economía agruparon el análisis de los pasados veinte años, el relato del pasado más cercano con observaciones del presente y sugerencias hacia el futuro. Estos comentarios fueron ampliamente desmenuzados en varias notas publicadas en este diario. Hay un aspecto que recibió poca atención y por eso me aventuro a comentarlo en estas notas.

Empecemos por la cita de un párrafo clave del discurso de CFK: “Tenemos que abrir la cabeza y mirar (…) cómo en otras economías desarrolladas se articula una alianza entre lo público y lo privado (…) Debemos tener mirada estratégica, que vengan a explotarlo pero (…) no digo que los autos los hagan acá eléctricos pero, por lo menos, una parte de la batería o la batería entera hacerla acá (…) Y cuando escucho a algunos dirigentes, a los cuales respeto porque son dirigentes votados por su pueblo, ponerse contentos porque en Bolivia y en Chile han sacado legislaciones que cuidan el litio, y se ponen contentos porque dicen ‘ah, bueno, como les ponen muchas exigencias allá se van a venir todos para acá’. Pero qué vocación de colonia. Qué vocación de volver a ser Potosí. Ponete en la cabeza ser Malasia, ser Corea, pero no volver a ser Potosí por favor.”

Abrir la cabeza y poner Malasia y Corea como referencia. Los cuatro tigres asiáticos, entre los cuales está Corea del Sur (los otros son Hong-Kong, Taiwán y Singapur), florecieron de manera notable entre 1960 y 1990. Malasia, nombrada también por CFK, llegó un poco más tarde, en la década del 70, pero pronto empató a sus hermanos mayores. Al hablar del florecimiento económico de Malasia, es común notar tres factores: crecimiento del ingreso per cápita, inserción en la economía internacional y reducción de las brechas internas debido a la reducción de los niveles de pobreza. Algo de esto, supongo, tenía CFK en la cabeza al mencionar Malasia y Corea (del Sur).

2) Desarrollo y dependencia

¿Por qué en Argentina y en América Latina no ocurrió algo semejante a lo que ocurrió en el este y sudeste asiático, puesto que se anunciaba y presuponía que debería ocurrir?

En su discurso inaugural de 1949, el entonces presidente de EE.UU. Harry Truman introdujo dos sustantivos fundamentales en su doctrina económica: desarrollo y subdesarrollo. Estos conceptos no se aplicaban a Europa occidental, sino a América Latina y África, fundamentalmente. El Plan Marshall fue destinado a la “reconstrucción” de Europa después de las devastadoras consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. A Europa no había que desarrollarla sino reconstruirla.

El diseño de modernización y desarrollo enunciado y anunciado por Truman fue una pieza importante del rol de Estados Unidos al tomar el bastón de mando en el orden global que le arrebató al decaído imperio británico. Truman proponía “desarrollar” los Estados “subdesarrollados”. Sin embargo, nunca ocurrió, ni allá en África ni aquí en América Latina. No hace falta abundar en los argumentos de los debates de la dependencia que dominaron el pensamiento latinoamericano hacia fines de los 60 y mediados de los 70.

Recordemos, sin embargo y sin abundar en un asunto conocido, que quien levantó la perdiz señalando que el desarrollo no era posible en América Latina debido a su condición de dependencia económica no fue un pensador marxista, sino un economista liberal, tucumano de nacimiento y argentino de nacionalidad. Raúl Prebisch fue, entre 1950 y 1963, secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), dependiente de las Naciones Unidas.

El análisis de Presbisch destacó el deterioro en los procesos de intercambio de materias primas y alimentos, por un lado, y bienes industrializados, por el otro. Conocida como la hipótesis o el modelo de Presbish, fue expandido más tarde por el análisis histórico estructural de la CEPAL. De ahí surgieron los conceptos de “centro” y “periferia”, cuyas relaciones siempre implican un diferencial de poder entre los Estados “desarrollados” y los “subdesarrollados”. Sesenta años más tarde, CKF nos recuerda con el ejemplo de la producción de baterías para autos y la legislación de protección del litio que todavía estamos en el subdesarrollo.

Señalemos también que, mientras florecían las economías del este y sudeste asiático entre 1960 y 1970, en América Latina y el Caribe se debatía la cuestión de la dependencia. En 1973 Walter Rodney, historiador, político y activista de Guyana, publicó Cómo Europa subdesarrolló Africa y el brillante politólogo jamaiquino Lloyd Best publicó su memorable artículo “Pensamiento independiente y liberación caribeña.”

En América Latina ocurrió lo contrario de lo que prometían los debates de la dependencia, el libro de Rodney y la tesis de Best. Proliferaron los regímenes militares y dictatoriales apoyados por Estados Unidos para asegurar que el “desarrollo” y el “progreso” no se vieran interrumpidos por gobiernos que, como sugería Best, requerían pensamiento independiente. ¿No es acaso algo semejante lo que CFK sugiere al insistir, cincuenta años más tarde, en la necesidad de abrir nuestras cabezas y no seguir pensando en pautas del siglo XIX?

3) Historias largas

Todo esto, a grandes rasgos, ocurría en América Latina y el Caribe mientras que África experimentaba el tembladeral de las revoluciones decoloniales, y el Este y el Sur asiático florecían económicamente.

¿Cómo entender estos niveles geopolíticos cronológicamente coexistentes? ¿Por qué tales diferencias regionales entre Estados “periféricos”, “subdesarrollados” o del “Tercer Mundo”? ¿Por qué CFK sugiere, en el presente, pensar en Malasia y en Corea y sacarnos de encima el manto colonial?

El modelo de desarrollo propuesto por Truman presuponía que los países desarrollados deben ser las guías para el desarrollo de los países subdesarrollados. Los tigres asiáticos no aceptaron que les dijeran lo que debían hacer. Lo hicieron a su manera. De ahí la apropiación del capitalismo y el pensamiento independiente para el desarrollo según las necesidades regionales.

¿Por qué y cómo ocurrió esto en el lado de allá y no en el lado de acá? Veamos someramente algunas cuestiones geográficas e históricas.

En primer lugar, y quizás un punto por demás significativo, fue la Conferencia de Bandung, en 1955. Bandung es una ciudad en Indonesia y la isla de mayor tamaño de las 13 mil islas que componen el Estado de Indonesia, que se liberó del colonialismo holandés en 1945. Parte del territorio de Malasia bordea con Indonesia, y en otra parte a los dos Estados los separa un estrecho canal. Malasia se consolidó como Estado unificado en 1963. Diez años después, Sukarno -primer presidente indonesio- organizó y lideró la conferencia de Bandung.

El ideario de Bandung fue, en resumidas cuentas, ni capitalismo liberal ni comunismo estatal, sino descolonización. Descolonización significaba, en esos momentos, la formación de Estados nacionales, estatuto que ya había conseguido Indonesia en 1945, bajo el liderazgo de cuadros político-económicos nativos o, mejor aún, indígenas (personas originarias del lugar).

El entonces reino de Singapur se unió a Malasia en el proceso de liberación del yugo holandés. Sin embargo, en 1965 el Estado malayo “expulsó” al reino de Singapur de su territorio. Sus historias largas y cortas son muy distintas. La historia larga de Malasia se remonta a los siglos 2 y 3 DC, y su ancestralidad es fundamentalmente hindú y budista.

En el siglo XVI, los portugueses se establecieron en esos territorios y a partir del siglo XVII los holandeses los fueron desplazando. Sin embargo, el tratado anglo-holandés de 1824 creó la frontera entre la Malasia británica y las Indias Orientales Neerlandesas, las cuales devendrían Indonesia.

La historia larga de Singapur se remonta al siglo XIV cuando Parameara, gobernante malayo, funda en 1402 el Sultanato malayo primero como un reino hindú, convertido a Sultanato islámico en 1409. A partir de 1867 el territorio que es hoy Singapur pasó a pertenecer a las colonias británicas. En 1819, Stamford Raffles, oficial y administrador de las Indias Británicas Orientales, construye un puerto para comerciar con China e India. Japón ocupó el territorio de 1942 a 1945. Al finalizar la guerra, el territorio volvió al control británico hasta la independencia de Malasia en 1963 y la separación entre ambos en 1965.

Ese año, después de su independencia por expulsión del territorio, Singapur era un paria entre sus vecinos y de ninguna credibilidad internacional. ¿Cómo es que en pocas décadas, desde finales de los 60 -y mientras en América Latina se debatía la dependencia que impedía el desarrollo-, Singapur pasó de ser un territorio paria a un respetado país desarrollado según su propio modelo, en lugar del modelo de EE.UU.?

Autoritariamente democrático, Lee Kwan Yew, que lideró Singapur de 1965 a 1990, cuenta la historia en su libro Del Tercer Mundo al Primero más o menos en estos términos: primero, crear un Singapur con una fuerte cohesión social, un pueblo que se adaptara y pudiera hacer las cosas mejor y más baratas para poder atraer las inversiones extranjeras. Para lograr esto, Lee tendría que lograr confianza y seguridad de su gente. Para ello, el gobierno debía demostrar que estaba del lado del pueblo y que no era sólo un grupo de adinerados educados en Inglaterra. La corrupción y el mal gobierno serían intolerables. La excelente bahía de Singapur, en una ubicación idónea para el comercio internacional, no podría ser aprovechada si había conflictos sociales en la isla. Es más o menos este horizonte el que trazó CFK en su discurso del 25 de Mayo.

Sería largo revisar la historia del despegue económico de todos los tigres asiáticos. En pocas líneas digamos que en la década del 60 hubo un boom de las exportaciones y de mano de obra barata, y en la década del 80 ya esto no era suficiente. Entonces se relegó la mano de obra barata y se la sustituyó por industrias de capitales fuertes y por tecnología de punta.

Hasta mediados del siglo XIX, Hong Kong era un puerto de pescadores, perteneciente al territorio de China. En los acuerdos de la Guerra del Opio, iniciada por Inglaterra,  esos territorios pasaron a ser colonias británicas. En 1997 la corona británica “devolvió” los territorio al Estado chino. A pesar de su pertenencia a la corona británica, Hong Kong comenzó un proceso de industrialización en los 50, acentuado y reconocido en los 80, además de ser un fuerte centro comercial y portuario. En 1997, cuando la corona lo cede, China ya se había constituido en una economía que crece el 10 por ciento anual. Corea del Sur creció mediante la protección de sus industrias nacionales, reducción de la pobreza y la cohesión social.

4) Patrón colonial de poder

¿Qué enseñanzas nos dejan estas breves líneas acerca del crecimiento industrial y financiero del Este y Sudeste asiático para entender mejor las referencias a Malasia y Corea en el discurso de CFK?

En primer lugar, en la historia larga de cada uno de estos territorios cuentan varios siglos, antes de la irrupción de portugueses, holandeses e ingleses principalmente -podemos agregar franceses en Indochina, hoy Vietnam, que ingresan en un período postergado de crecimiento económico-. Las historias largas no “desaparecieron” con la instalación colonial europea de varios colores. Se mantienen en la lengua, en las comidas, en las praxis de vida, en los ritos, en la arquitectura. Nada en esas memorias largas tiene que ver con las memorias de Grecia y Roma que “in-forman” la conciencia europea y la de sus descendientes en los territorios de las Américas. De modo que la memoria corta y superficial dejada por los variados colonialismos europeos está también presente en el presente (para ser redundante), pero no hace mella en la memoria larga y arraigada en los cuerpos, generación tras generación.

De manera que al despuntar la formación de los Estados nacionales que emergen de los procesos de descolonización (independencias en América Latina, revolución en Haití y los Estados Unidos), las elites que controlan el Estado y la economía son ajenas al espíritu que anima el “desarrollo” en el vocabulario de Estados Unidos y, con anterioridad, el vocabulario de “progreso y civilización”, mantra de los colonialismos ingleses y franceses en África y en Asia.

En América Latina, el ideal de progreso y civilización es “in-corporado” en las elites nativas no indígenas (es decir, eurodescendientes nacidos y nacidas en América), cuya memoria local es corta y es larga la memoria de Europa, trasvasada a sus colonias. Grecia y Roma están lejos de las Américas. Es decir que, al contrario de la población del Este y Sudeste asiático, la población eurodescendiente en las Américas no tiene de qué agarrarse más que de la memoria de la ancestralidad europea para marginar las memorias largas de los pueblos originarios y la memoria corta pero significativa de la diáspora africana.

Por eso quizás en América Latina se debatió y criticó el “desarrollo” pero no se pudo pensar y ejecutar un desarrollo local y autónomo como ocurrió en el Este y Sudeste asiático, cuyas memorias largas son ajenas a Europa, a Grecia y a Roma; así como también lo son sus lenguas. La memoria larga de las Américas es la de los pueblos originarios, pero ellos fueron expulsados de la esfera pública a partir de 1500.

En cuanto a la diáspora africana que construyó su ancestralidad en las Américas, donde fueron transportados y transportadas, sus memorias tampoco tienen nada que ver con Grecia y Roma, aunque sus memorias históricas conllevan la pesadilla de la esclavitud a la que fueron sometidos y sometidas por los imperios europeos y los legados de estos en Estados Unidos.

El racismo como lo conocemos hoy es un componente fundamental en la constitución (desde el Renacimiento) y expansión de la civilización occidental, justificada en la retórica de salvación, progreso, civilización y desarrollo. Aníbal Quijano describió la estructura que fundó y sostiene esta civilización como un patrón colonial de poder (PCP). El PCP es, metafórica y pedagógicamente dicho, el inconsciente de la civilización occidental. Huelga decir que si bien el PCP se expandió e interfirió en las historias locales del Este y Sudeste asiático, el PCP no es para nada ni de lejos la estructura profunda de civilizaciones asentadas en cosmologías ajenas a la griega y romana, reinterpretada por el cristianismo occidental (católicos y protestantes) y secularizada por el liberalismo iluminista.

Es pues difícil lograr cohesión social en todas las Américas (incluidos los Estados Unidos y Canadá), cuando la etnia que controla la economía, el Estado, la educación, los medios de comunicación, es de ascendencia europea y prisionera de sus lenguas moderno-imperiales (español, portugués, francés, alemán e inglés).

En segundo lugar, y derivado de lo anterior, no es fácil imaginar un desarrollo autónomo cuando las capas dirigentes en todas las instituciones económicas, universitarias, periodísticas y gubernamentales, pertenecen a la misma cosmología que instaló el patrón colonial de poder en las Américas, la población descendiente de los actores e instituciones que crearon al PCP: cristianismo, liberalismo, marxismo y sus correspondientes “neos”.

En el Este y Sudeste asiático ni las personas dirigentes son de ascendencia europea, ni lo son sus lenguas, ni su historia. Por lo tanto, cristianismo, liberalismo, marxismo y sus correspondientes “neos” son exteriores a sus arraigos milenarios. Por eso, la apropiación de la idea de desarrollo se realizó fácilmente sin tener que devenir “occidentales”, puesto que es imposible que una cosmología/civilización externa de apenas 500 años pueda suplantar las cosmologías/civilizaciones milenarias que habitan las personas y que son al mismo tiempo habitadas por ellas.

5) Cambio de época

Volvamos, para concluir, al párrafo de CFK que dio pie a esta nota: “Tenemos que abrir la cabeza y mirar (…) cómo en otras economías desarrolladas se articula una alianza entre lo público y lo privado (…) Debemos tener mirada
estratégica, que vengan a explotarlo pero (…) no digo que los autos los
hagan acá eléctricos pero, por lo menos, una parte de la batería o la
batería entera hacerla acá (…) Y cuando escucho a algunos dirigentes, a
los cuales respeto porque son dirigentes votados por su pueblo, ponerse
contentos porque en Bolivia y en Chile han sacado legislaciones que
cuidan el litio, y se ponen contentos porque dicen ‘ah, bueno, como les
ponen muchas exigencias allá se van a venir todos para acá’. Pero qué
vocación de colonia. Qué vocación de volver a ser Potosí. Ponete en la cabeza ser Malasia, ser Corea, pero no volver a ser Potosí por favor.”

La sugerencia es sin duda loable y, en estos momentos de un cambiante (des) orden global, necesaria. Los principios y modelos de pensamiento político, económico, social que rigieron hasta hace poco, ya no tienen vigencia. Estamos viviendo una alteración radical de todos los paradigmas que modelaron la occidentalización del planeta durante 500 años.

El patrón colonial de poder, que fue creado, constituido, transformado y gestionado por los imperios del Atlántico Norte desde 1500, es el monstruo que escapó del laboratorio. Estamos en un cambio de época en que la hegemonía occidental decae (tiene el derecho de existir pero no de imponer), mientras que la economía capitalista que la sustentó continúa por otros derroteros que Occidente ya no puede controlar. Pienso que CFK, con perspicacia, sugirió “abrir la cabeza” y, por implicación pues no lo dijo, “dejar de mirarnos el ombligo” puesto que las cosas ya no son, ni serán, como eran.

6) Pensamiento propio

La suerte está echada. El cisne negro puede sin embargo aparecer en cualquier momento. Tal como están las cosas hoy, ¿qué más nos sugiere el aviso o consejo de CFK de “abrir nuestras cabezas”, de dejar de pensar en términos del siglo XIX (y yo agregaría, del XX también), de pensar en Malasia y en Corea del Sur (en su pasado reciente, y no tanto en su actual presidente, similar a cualquier presidente latinoamericano de derecha) y de insistir en la necesidad de la alianza entre lo público y lo privado?

Entiendo, a mi manera, que CFK está diciendo -al sugerirnos pensar en los tigres asiáticos- que tengamos en cuenta el ocaso de la civilización occidental y la continuidad hoy ineludible del capitalismo. No nos olvidemos que el monstruo escapó del laboratorio y los tigres asiáticos primero y luego China lo acogieron, lo usaron y moldearon según sus historias largas y sus necesidades locales. Para ello hizo falta un pensamiento propio, no en el sentido esencialista que la expresión puede tener, sino en sentido pragmático: el pensamiento propio consiste en apropiarse de lo que convenga a lo local.

Habría que agregar que, para alcanzar hoy el pensar propio en lo económico, político y epistémico, hace falta un vuelco y un abandono del horizonte ético dominado por el binarismo oposicional que sostiene la lógica de la suma cero: alguien tiene que perder para que alguien pueda ganar. En el ejercicio de la política estatal hoy, la ética del binarismo oposicional condujo a que la oposición ya no sea adversario en el juego sino enemigo en el campo de batalla que siembra el odio.

La ética en la continuidad del capitalismo la está anunciando y ejerciendo China en la lógica de win-win que reemplaza y desplaza el binarismo oposicional y la lógica guerrera de suma cero. Lo argumentan también politólogos y filósofos chinos que contraponen el yin-yang, es decir, la dualidad complementaria, al binarismo oposicional cristiano trasvasado a liberalismo secular. No dejemos de recordar que la dualidad complementaria es la ética y filosofía ancestral de los pueblos originarios, hoy todavía vigente, aunque no escuchada. En “los confines de Occidente” prima todavía la extensión de la civilización occidental y, por lo tanto, la lógica de suma cero sostenida por una ética que alimenta la correspondiente política.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/554626-argentina-colonia-o-pensamiento-independiente

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