El 29 de agosto de 1963 fue un lluvioso día de finales de invierno en Buenos Aires. Hacía casi dos meses que, con el 25 por ciento de los votos y el peronismo proscripto, Arturo Illia se había convertido en presidente electo. Esa jornada quedó marcado por un hecho que iba a ocupar las páginas policiales, aunque su trasfondo era político: un grupo de militantes escindidos de una agrupación de extrema derecha protagonizó un cinematográfico asalto y se llevó una fortuna. Los acontecimientos posteriores señalarían ese hecho como el primer acto de guerrilla urbana en la Argentina. Hace seis décadas, Rosaura a las 10 de Marco Denevi ya tenía status de clásico y como la hora para entrar a la acción era las 10 de la mañana, los integrantes del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara bautizaron Operación Rosaura lo que pasó a la historia como el asalto al Policlínico Bancario.
Nace Tacuara
Inspirados en la tacuara que usaba La Mazorca, la fuerza represiva de Juan Manuel de Rosas, un grupo de nacionalistas católicos creó el Movimiento Nacionalista Tacuara a la caída de Juan Domingo Perón. Se nuclearon en torno a Alberto Ezcurra Uriburu, descendiente de Rosas. Los inspiraba el falangismo español, el odio al liberalismo, el militarismo y el deseo de un Estado corporativo de corte fascista, con fuerte impronta católica. El giro de la autoproclamada Revolución Libertadora tras el golpe interno que desbancó a Eduardo Lonardi y a los nacionalistas que habían derrocado a Perón, alejó a ese sector del gobierno de facto y se sumaron las críticas a Pedro Eugenio Aramburu.
De hecho, los nacionalistas conmemoraban la fecha del 17 de octubre de 1945 por una refriega frente al diario Crítica en la que murió Darwin Passaponti, un joven de 16 años, que pasó a ser considerado un mártir para el movimiento. En los años del peronismo, la Alianza Libertadora Nacionalista los aglutinó, pero el conflicto de Perón con la Iglesia los alejó antes del golpe militar.
La decisión del presidente Arturo Frondizi de impulsar la educación superior privada, lo cual habilitó la existencia de universidades aranceladas e impulsadas por la Iglesia, dio pie al conflicto de Laica o Libre. Los nacionalistas se unieron en contra del laicismo. Dentro de los diversos grupos del nacionalismo, Tacuara comenzó a tener preeminencia como fuerza de choque. Sus militantes irrumpían en manifestaciones de la Federación Universitaria de Buenos Aires y fueron clave para que volviera a haber presencia de la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios. El grupo, además, asociaba judaísmo con comunismo, lo cual lo ubicaba en la extrema derecha.
La ruptura
Ezcurra Uriburu tenía 21 años en 1959 cuando un joven de 18 años, descendiente de irlandeses, escaló hasta ser el número dos de la organización. José Baxter, más conocido como Joe, era empleado telefónico y había comenzado la carrera de Derecho. Sería la cabeza de la división del grupo. Antes de eso, se produjo la primera fractura, y por derecha.
Dentro del grupo de intelectuales conservadores que configuraban el corpus de lecturas de los tacuaristas emergió un sociólogo francés llamado Jacques De Mahieu. Había llegado al país tras la guerra y decía haber peleado contra los soviéticos. Su influencia se hizo sentir en Ezcurra, que escribió un artículo inspirado en la idea de De Mahieu de un Estado comunitario. Para el sociólogo, el capitalismo y la propiedad privada debían ser combatidos. Ezcurra reprodujo esa retórica y el más fanático ultraderechista de la Iglesia, el padre Julio Meinvielle, se horrorizó. Creyó ver a los tacuaristas infectados por el marxismo y se llevó a sus fieles para formar la Guardia Restauradora Nacionalista.
Para entonces, comienzos de la década del 60, dos fenómenos captaron la atención de Tacuara: la Revolución Cubana, por su carácter nacional (Fidel Castro se había educado con jesuitas y aún no había proclamado su adhesión al socialismo) y el peronismo. José Luis Nell, militante de Tacuara, fue el primero en tener vínculo con la primigenia Juventud Peronista. Tacuara era un grupo de choque con tintes antisemitas, y para varios de sus militantes, con Joe Baxter a la cabeza, no había posibilidades de generar algo más grande bajo el liderazgo de Ezcurra. Así fue como se produjo la ruptura que dio nacimiento al Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara, que se propuso pasar a la lucha armada. Baxter se fue con Nell, Jorge Caffatti, Luis Alfredo Zarattini, Carlos Arbelos y Ricardo Viera, entre otros.
La idea del robo
El departamento de Baxter en Villa Urquiza, la casa de Viera en Belgrano y la confitería Las Violetas pasaron a ser los lugares de reunión del flamante MNRT. Para 1963, decidieron encarar acciones para hacerse de armas. Asaltaron el Tiro Federal y apenas pudieron llevarse una ametralladora. Más exitosa fue la irrupción en la fábrica de armas Halcón, en Avellaneda: se hicieron con más de cien armas largas.
A mediados del 63, Viera reunió a sus compañeros y les contó de una charla con un amigo suyo, llamado Gustavo Posse, empleado judicial que a comienzos de año lo había ayudado a salir de prisión por tenencia de armas. Según le narró, tenía el dato de que el último jueves de cada mes salía un camión de caudales desde el Instituto de Servicios Sociales Bancarios rumbo al Policlínico Bancario, frente a Plaza Irlanda, en Caballito. Adentro, había solamente un custodio. La esposa de Posse, que trabajaba en la contaduría del Instituto, se lo había comentado y el empleado de Tribunales le pasó el dato a su amigo a cambio del 30 por ciento del botín, si era que el MNRT pasaba a la acción.
Viera convenció al grupo, sin dar el nombre de Posse. Otra particularidad fue que decidieron hacer la operación sin Baxter. Su líder estaba en Marcos Paz, dedicado a estudiar sobre la reforma agraria, con lo que no fue parte de la Operación Rosaura.
Balas bajo la lluvia
A las 7 de la mañana del lluvioso 29 de agosto, dos integrantes del MNRT, Mario Duaihy y Rubén Rodríguez, llegaron al Instituto de Haedo y subieron a una ambulancia de la empresa Cruz Morón. Le dijeron al conductor que debían ir a buscar a un paciente a una clínica de Palermo para llevarlo al Policlínico Bancario. Pasaron por Ramos Mejía, donde subieron Tomislav Robaric y Horacio Rossi. Minutos más tarde apuntaron con un arma al chofer. Pararon en un descampado y lo durmieron con narcóticos, para dejarlo atado en la camilla. Los ocupantes se pusieron guardapolvos.
Cuando llegaron al Policlínico, a las 10 de la mañana, frente a Plaza Irlanda ya estaba estacionado un Valiant que los tacuaristas habían robado la noche anterior de un garage en Belgrano. Junto a él estaban Carlos Arbelos, Jorge Caffatti y José Luis Nell. Subieron a la ambulancia. El grupo tenía pistolas calibre 45 y una ametralladora.
La señal para iniciar el asalto la dio Luis Alfredo Zarattini. Pasó por delante de la ambulancia a bordo de un Jaguar que le había regalado el padre: Rossi enfiló entonces al volante de la ambulancia hacia la entrada del Policlínico. Anunció al portero que llevaban un enfermo. Le abrieron el paso. La ambulancia avanzó hacia la playa de estacionamiento y menos de cinco minutos más tarde arribó la camioneta Ika con los sueldos de los empleados del Policlínico. Además del chofer iban un cajero, una empleada administrativa y un custodio. El vehículo había salido de Plaza de Mayo y fue seguido por el Jaguar de Zarattini hasta pocas cuadras antes de llegar. Que el auto de Zarattini pasara delante de la ambulancia era el alerta de que la camioneta con el dinero estaba a minutos de arribar.
El portero levantó la barrera y la Ika entró a la playa de estacionamiento. Apenas había avisado por teléfono interno la llegada de la camioneta cuando lo encañonó un hombre con la cara tapada por un pañuelo. Era Duaihy. Mientras, sin sospechar lo que iba a pasar, los ocupantes de la camioneta comenzaron a bajar su carga con la ayuda de dos ordenanzas: una valija de 80 kilos de peso, con 14 millones de pesos de la época, casi 100 mil dólares.
De repente, Nell dio la voz de alto. Junto con Arbelos, Caffatti y Rossi rodearon la Ika, apuntando a las cuatro personas que habían bajado de la camioneta y a los dos ordenanzas. Entonces comenzaron los disparos. Los tacuaristas dirían más tarde que el policía Cecilio Martínez, el custodio que acompañaba la entrega del dinero, y que era el único armado aparte de los asaltantes, amagó con desenfundar, cosa que el uniformado negaría. Nell gatilló la ametralladora y resultaron heridos el policía en un hombro y la administrativa Nelly Culasso. Una segunda ráfaga hirió en un brazo, como a la mujer, a uno de los ordenanzas, Vicente Bóvolo, y mató al chofer Víctor Cogo y al ordenanza Alejandro Morel.
Caffatti desarmó al oficial Martínez y Arbelos fue en busca de la valija con el dinero. Junto con Caffatti se la llevaron a la rastra, de tan pesada no podían levantarla entre los dos. Rossi se acercó con la ambulancia y pudieron subir con la valija. Raudamente salieron de la playa de estacionamiento y enfilaron por la avenida Gaona a toda velocidad, tras lo cual Duaihy, que había cubierto la retirada, se subió al Valiant. El auto sorteó a un patrullero que pasaba por allí en una breve persecución, que incluyó disparos de Duaihy.
A los pocos minutos, el Valiant y la ambulancia se encontraron en un punto acordado: la esquina de Camarones y Terrero. Se fueron en el auto con el dinero. Al rato, la policía encontró la ambulancia. Adentro, el chofer Luis Voda aun dormía en la camilla por efecto de las drogas. Los ladrones llegaron al destino final: un departamento de Recoleta, donde se encontraron con Viera y Posse.
Billetes numerados en Francia
La noticia del asalto causó impacto. A las pocas horas, la Policía dio los nombres de dos asaltantes de largo historial delictivo, a los que acusó del robo. Uno de los acusados, Félix Miloro, era conocido en el ambiente como Pibe Ametralladora y lo identificaron en el rol que en verdad le cupo a Nell. Miloro fue hallado en Córdoba con una mujer, se resistieron y ambos cayeron acribillados. Para las autoridades el caso estaba resuelto, aunque no se recuperara el botín.
En su biografía de Baxter, Alejandra Dandan y Silvina Heguy precisan que el líder del MNRT, instalado en Marcos Paz al momento del robo, “volvió a Buenos Aires al mismo tiempo que la policía anunció que había terminado con la ‘peligrosa banda’ del asalto al Policlínico” y que “los tacuaristas lo pusieron al tanto y al mismo tiempo le confirmaron la noticia: al fin tenían poderío económico”.
El caso volvió a las primeras planas de los diarios en marzo de 1964 cuando se supo quiénes habían protagonizado el espectacular asalto. La caída del grupo se produjo por culpa de Gustavo Posse y su hermano Lorenzo. A fines de noviembre del 63, tres meses después del asalto, los Posse viajaron a Europa. Como el empleado judicial se había quedado con el 30 por ciento del botín, tal lo pactado, se había hecho de unos 30 mil dólares.
Posse ya sabía por los diarios que la Policía tenía la numeración de los billetes, con lo que convenía sacarse el efectivo de encima. Entonces le propuso el viaje a su hermano para cambiar los fajos. Pasaron por Portugal, España, Países Bajos y Francia, donde pudieron comprar dólares sin problemas. Llegaron a París y, para cambiar los billetes, les exigían documento. Como no querían dejar huellas en las casas de cambio, decidieron darse la gran vida en un cabaret de Montmartre.
La última noche en París fue a lo grande, en un restaurante de lujo. A la hora de pagar se dieron cuenta de que estaban cortos de dinero. No tenían francos suficientes y no llevaban dólares consigo. Optaron por pagar con pesos argentinos, algo que la casa no objetó, dado que habían sido habitués del lugar en esos días.
Al día siguiente, según reconstruyó Daniel Gutman (que escribió la historia de Tacuara), mientras los Posse volaban a la Argentina, el dueño del restaurante quiso cambiar los pesos por francos y saltó la alarma de Interpol. Le decomisaron el dinero y la denuncia fue remitida a la Argentina. El francés no sabía los nombres de los argentinos, pero recordaba que estaban acompañados por una prostituta llamada Brigitte. Ella dio los datos que faltaban para identificarlos. Pasaron dos meses (la Policía consideraba cerrado el caso y tenía preso a un cómplice de Miloro) hasta que se comprobó que Posse había pagado la compra de un neumático con billetes del robo y que había dado un domicilio falso al tramitar el pasaporte.
El 21 de marzo de 1964, Gustavo Posse fue detenido tras estar prófugo desde el día anterior. Su hermano Lorenzo había caído horas antes. El empleado judicial dio los nombres de los tacuaristas. Caffatti, Duaihy, Nell, Ribaric y Rossi cayeron en esos días, en el que el MNRT definía su acercamiento al peronismo. Tanto Ezcurra Uriburu como la Guardia Restauradora Nacionalista, es decir, el tronco del que había salido la escisión, salieron a criticar al grupo. Ezcurra incluso dijo que había echado al grupo de Baxter (que no estuvo en el asalto y que desde entonces y hasta su muerte vivió en la clandestinidad) “por sus ideas marxistas”.
Ante la ley
A comienzos de abril, los detenidos fueron procesados con prisión preventiva mientras la Justicia buscaba a los demás, algunos de los cuales se habían refugiado en Montevideo. En julio cayó Arbelos. A la semana, todos los implicados fueron llevados a Tribunales y pasó algo insólito. El juez había decidido carear a los acusados con Arbelos, de a uno por vez. Cuando terminó el turno de Nell, el hombre de la ametralladora aprovechó un descuido del policía, que bajó a buscar a otro detenido dejándolo allí y se fue caminando. Pasó incluso por delante de sus compañeros y salió por Talcahuano. Nell se escondió en la casa de un amigo que se estaba por ir a Uruguay, Envar El Kadri, futuro militante de las Fuerzas Armadas Peronistas.
Para entonces, la Tacuara original afrontaba problemas por el crimen de Raúl Alterman, un hombre de 31 años al que mataron por ser judío y de izquierda. Ezcurra dejó la jefatura del grupo para abocarse al seminario y ser sacerdote. Mientras el grupo de extrema derecha se descomponía, la escisión que había robado el Policlínico también languideció a lo largo de 1964. Algunos estaban prófugos y otros en la cárcel.
Baxter se fue a Vienam y después a China, adonde invitó a varios prófugos, como Nell. Pasaron por Uruguay, donde se integraron a Tupamaros. Nell cayó en 1967 y evitó la extradición a la Argentina. Fue uno de los prófugos del penal de Punta Carretas, en 1971.
En 1970 hubo condena por el asalto. Jorge Caffatti y Horacio Rossi fueron sentenciados a 18 años de prisión; Mario Dualhy recibió 16; Carlos Arbelos, 15; Tomislav Ribaric, 6 años y medio; Alfredo Roca, dos años y diez meses; Gustavo Posse, 21 meses; y Lorenzo Posse, 18 meses. Caffatti, Duaihy y Rossi aun estaban presos cuando se beneficiaron de la aministía del 26 de mayo de 1973, lo mismo que Viera, el cerebro del robo, detenido en 1972.
Los años posteriores
La primavera camporista les trajo buenas nuevas, pero la tragedia los envolvió en las semanas siguientes. Nell, integrado al peronismo revolucionario, cayó herido en la masacre de Ezeiza por un grupo de derecha. Con él estaba Horacio Simona, una de las víctimas fatales del 20 de junio. Quedó cuadripléjico. Quince mees más tarde, sus amigos le facilitaron un arma para suicidarse. Tenía 33 años. Su compañera, Lucía Cullen, está desaparecida desde 1976.
El 11 de julio de 1973, Joe Baxter fue uno de los 122 muertos del accidente de un avión de Varig que había despegado de Río de Janeiro con destino a París. A pocos kilómetros de su llegada, la nave cayó en un campo, a metros de la casa de un carpintero de nombre borgeano: Jean Pierre Menard. Para entonces, Baxter había pasado por el Partido Revolucionario de los Trabajadores. En el V Congreso, en 1970, impulsó con Mario Roberto Santucho la creación de un brazo armado: el Ejército Revolucionario del Pueblo. Lo expulsaron en 1972. Había subido al vuelo de Varig para concurrir a un encuentro de la IV Internacional.
Jorge Caffatti se integró a Montoneros y tuvo un final trágico, desaparecido en la ESMA, en 1978. Un año antes había sido el responsable de la única acción en el exterior reivindicada por Montoneros: el secuestro en París de Luchino Revelli-Beaumont, responsable de FIAT en Francia. Quizás como estrategia para ganar tiempo, Caffatti consiguió que los marinos de la ESMA lo dejaran escribir la historia de su vida, un material que una sobreviviente pudo rescatar y que es el corazón de Manuscrito de un desaparecido en la ESMA, de Juan Gasparini.
De los demás, Zarattini pasó por grupos de la derecha peronista, mientras que Viera estuvo en el ERP y estuvo preso toda la dictadura. Su libertad duró un año. En 1985 participó de un secuestro extosivo, lo atraparon y le dieron siete años. Rossi acompañó a Caffatti en el secuestro de Revelli-Beaumont, lo atraparon y pasó seis años preso en Francia (más tarde fue detenido en la Argentina, acusado de robar cajas de seguridad). Arbelos cayó con él, pero lo liberaron por falta de pruebas: se instaló en España, donde se convirtió en experto en arte flamenco y falleció en 2010, a los 66 años.
Ezcurra Uriburu, el aspirante a seminarista que había formado el grupo original de Tacuara, fue como sacerdote un exponente de la derecha más cerrada. Incluso se plegó al conato de golpe de Estado de la Fuerza Aérea a cargo del ultramontano brigadier Jesús Cappellini, a fines de 1975. Murió en 1993, tres décadas después de que sus disípulos díscolos protagonizaran el hecho fundacional de la guerrilla urbana en la Argentina.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/583164-a-60-anos-del-asalto-al-policlinico-bancario