Palabra extraña y poco usada, el vocablo define una amenaza concreta que hoy sobrevuela la Argentina más allá de la negación inconsciente de millones de compatriotas: “Separación de una parte del pueblo o del territorio de un país, para formar un estado independiente o unirse a otro estado”.
Y no es sólo que hay candidatos que parecerían avalarlo, como el loco despeinado y gritón que tiene tanto y tan inconsciente apoyo popular. Además de esa desdicha podrían manifestarse en cualquier momento impulsos secesionistas, debido a la anomia imperante, que es el estado de desorganización social a consecuencia de la degradación o carencia de normas o convenciones sociales.
El ejemplo siempre a mano, en diccionarios y bibliografías, es la guerra civil que dividió entre Norte y Sur a lo que hoy son los Estados Unidos. Guerra feroz que entre 1861 y 1865 dividió a ese país en el que era “natural” la esclavitud que sometía a la población de origen africano. Y guerra en la que murieron cuatro millones de soldados y más de un millón de civiles, blancos o negros afrodescendientes.
Toda “guerra de secesión” es producto de la separación o “independización” de una parte de la población y/o del territorio. Verdadera desintegración política y social, se configura con la separación territorial de una parte de un Estado para unirse a otro y ser parte de él, o bien para formar otro Estado independiente.
En la desquiciada Argentina de hoy, y a la par que se escribe esta nota, ya se observan proyectos secesionistas, o sea de fragmentación de nuestro país. Las leyes de organización y limitaciones territoriales sencillamente no se cumplen, y así cualquier millonario, corporación, empresa o grupo plurinacinal puede apropiarse –dineros mediante– de los bienes naturales y asombrosas riquezas que atesora el todavía “territorio nacional argentino”.
Sólo durante el fin de semana pasado Inglaterra ratificó su plan de desarrollo del extraordinario yacimiento Sea Lion (León Marino) en las Islas Malvinas, con cuyas ganancias prevén crear un fabuloso fondo de inversión. Así lo informó, sin ir muy lejos, el portal agendamalvinas.com.ar, que destaca además que una delegación de la petrolera israelí Navitas petroleum se encuentra ya operando en las Islas ese yacimiento, según confirmó la legisladora Teslyn Barkman, responsable de “Recursos Naturales y Mineros” de la isla usurpada, y al amparo de la obviamente ilegal “Asamblea Legislativa” que avala los ya iniciados trabajos técnicos y que “en 30 meses de operaciones” realizará “los primeros embarques de petróleo”.
Pero no es éste el único emprendimiento de la usurpación inglesa. También está Argos Resources, empresa que surgió como emprendimiento de la pesquera española Argos y que es una de las más grandes radicadas en las islas y que ya vendió a la canadiense JHI Asociates una licencia de exploración en el yacimiento PL001 de la cuenca norte del archipiélago.
Todo lo anterior no es, como se dice, “moco de pavo”, y en todo caso lo que más llama la atención es la desinformación sistemática a la que se condena al pueblo argentino. Ninguno de los mentimedios ni la telebasura hablan jamás de esto. Y en la Cancillería porteña –al menos según conoce esta columna– si acaso se rechaza y/o repudia todo lo anterior, eso no trasciende y no se entera el pueblo argentino.
Pero quizá lo más grave, a juicio de esta columna, es que en toda la campaña electoral no se ha pronunciado ni una sola palabra acerca de esto. Lo que es absolutamente coherente en los dos candidatos fascistas, pero injustificable en el Sr. Massa e incluso en la Sra. Bregman.
Así las cosas, y aunque pudiera juzgarse exagerado, el peligro de secesión no debería ser descartado. Basta atender otro aspecto que la prensa cipaya tampoco registra, y es que desde hace relativamente poco tiempo algunos medios en Brasil y en Paraguay vienen sugiriendo como posible “única salida” para el manejo del río Paraná “la creación de una ‘autoridad internacional’ para operar la hidrovía”. Verbigracia: posible secesión a la vista dada la anomia del gobierno de AF.
Esa anomia –concepto que refiere a la ausencia de ley, normas o convenciones– es en sí misma un signo de peligro necesariamente asociado al concepto de secesión. Porque puede facilitar y/o estimular fantasías de manejo y dirección sobre los aproximadamente 1.500 km del segundo río más largo de Sudamérica después del Amazonas.
En la confluencia con el río Paraguay y el Bermejo, el Paraná pasa a bañar exclusivamente tierras argentinas, desaguando más de mil kilómetros río abajo en el Río de la Plata, de donde por naturaleza su navegación debería desembocar en el Canal Magdalena, todo en territorio argentino. Y es por eso mismo que las alarmas se encienden, sobre todo cuando –como sucedió el viernes pasado–, el Sr. Rubens Barbosa, diplomático brasileño, exembajador en los Estados Unidos y en Gran Bretaña, y actual presidente de la Asociación Brasileña de Productores de Trigo, habló ante el pleno del “Tratado de la Hidrovía” de la “creación de una autoridad internacional que se encargue de operar la Hidrovía Paraguay- Paraná”. Y precisó que “ésa sería la forma de evitar conflictos como el actual, que se originó ante la decisión unilateral de Argentina de cobrar un peaje”.
Según este sujeto, los barcos que pasan por la llamada engañosamente “hidrovía” (que no es otra cosa que un río en territorio de un país independiente, y cuyo nombre es “Río Paraná”), tienen costos que las compañías de los países de la “Hidrovía” ahora no están dispuestas a pagar. Por lo que –pretende él– “con una autoridad internacional aumentaría la seguridad jurídica y atraería inversiones para desarrollos regionales con nuevos puertos y almacenes a lo largo de todo el trayecto, desde Puerto Suárez, en Brasil, hasta Nueva Palmira, en Uruguay”.
Negociazo, obviamente, del que les sería muy fácil sacar a la Argentina, que a pesar de ellos es el único país que tiene soberanía plena sobre el Paraná y hasta su desembocadura. Pero que la tiene en tanto no la pierda ni la rife como se viene haciendo desde los repudiables gobiernos menemistas.
La semana pasada este Sr. Barbosa fue invitado a la última reunión de la ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración) y allí con todo énfasis se manifestó en favor de una modificación al acuerdo de transporte fluvial, lo que ya fue denunciado por esta columna como “nocivo para los intereses argentinos”. Por eso desde estas páginas se propuso el retiro inmediato de la Argentina de ese Tratado, mediante la forma más sencilla y directa: simple renuncia a tan nociva “asociación” cuyo ataque a la soberanía argentina es constante.
Como han señalado algunos consultados por esta columna y en particular el Ing.Tettamanti –máxima autoridad en la materia–: “Esto es muy grave porque si no se ve ni quiere ver el lamentable papel de la Argentina en esta materia, y si el gobierno argentino sigue así, nos van a dejar en pelotas. Lo que será muy posible si el próximo presidente es un cipayo todo terreno”.
Los peligros de anomia y secesión siguen ensombreciendo a nuestra Patria. @
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/593556-soberanos-o-cipayos-y-peligro-de-secesion