Juan José tenía diez meses cuando su mamá fue secuestrada en la zona de Monteros, en Tucumán. A él lo dejaron en la cama –solito– con los documentos. A ella –que tenía 21 años y era militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)– se la llevaron y la asesinaron. Sus restos aparecieron en una fosa clandestina en el Cementerio del Norte de la capital tucumana.
Juan José fue criado por un dueño de fincas de la zona, que hizo una adopción fraudulenta para quedarse con él. Después de largos años de búsqueda, Juan José supo que su mamá es una víctima del terrorismo de Estado. Este martes, el Juzgado Federal de Tucumán confirmó que no tenía ningún vínculo biológico con quien lo anotó como su hijo. Con esa confirmación, Abuelas de Plaza de Mayo anunció que había encontrado al nieto 132.
Juan José no pudo participar de la conferencia de prensa porque vive en Tucumán, pero quiso conectarse por Zoom. La tecnología no ayudó para que escuchara el aplauso que desde la Casa de las Abuelas en la exESMA sirvió para darle la bienvenida a la verdad, pero se quedó pegado al teléfono. A su lado estaba su compañera, Ana, la mamá de sus dos hijas– una de 19 y otra de seis años–. Ana fue quien tomó la posta durante estos años, cuando la búsqueda se tornaba demasiado pesada para Juan José.
“Fue un día cargado de emociones, por supuesto positivas”, le dice Juan José a Página/12. “Estoy cerrando una etapa y abriendo otra pero con la identidad ya concreta. Eso me posibilita decir: ‘Yo soy Juan José Morales, hijo de Mercedes del Valle Morales’”, afirma.
–¿Cómo recibiste la confirmación del juzgado?
–Bien. Estaba ansioso, pero ahora estoy tranquilo. Estoy recuperando la identidad, que es lo que a uno lo completa.
–¿Cómo fue tu proceso de búsqueda?
–Cuando era joven encontré documentos de identidad distintos y la duda se generó en ese momento hasta que empecé las averiguaciones con Abuelas de Plaza de Mayo y se confirmó que era hijo de Mercedes del Valle Morales, desaparecida el 20 de mayo de 1976.
–¿Qué pudiste saber de tu mamá a través de su familia?
–Tomé contacto con ellos gracias a Alejandra, una amiga que los buscó y los encontró. Los conocí, nos reunimos muchas veces, nos llevamos bien. La verdad es que me recibieron bien.
— Fue una familia muy golpeada por la represión: tenés a tus abuelos maternos desaparecidos y a tus tíos también.
— Hasta el momento solamente restituyeron los restos de mi madre y todavía faltan los del resto de la familia.
–¿Los restos de tu mamá se logran identificar a partir de tu sangre, no?
— Sí. Me tomaron unas muestras del Banco de Datos Genéticos y eso posibilitó la comparación con los restos encontrados. La verdad es que fue bastante rápido y es un trabajo muy bueno. Haber aportado sangre es una de las mejores cosas que se pueden hacer para posibilitar más rápido el encuentro de los familiares desaparecidos.
–En la conferencia de prensa en Abuelas, vos mencionaste que tenías una sospecha por la edad de quienes te criaron. ¿Ése era otro indicio?
— Ambos ya eran mayores en comparación de mi edad. Parecían mis abuelos más que mis padres. Todo eso generó una duda por más que, a veces, uno no lo asocie mucho cuando es chico. Pero, a medida que vas creciendo, se va haciendo más grande la duda.
–¿Vos pudiste reconstruir cómo llegás a manos de esta gente?
–Hay muchos rumores pero nada en concreto. No se puede reconstruir mucho la historia de cómo llego.
–¿Tenían algún tipo de vinculación con la dictadura en Tucumán?
–No, la verdad yo no creo. Sí recuerdo que tenían una finca en Monteros –o por ahí cerca– y se decía que pasaba el general (Antonio Domingo Bussi) a comer asados. Nada comprobado hasta el día de hoy.
–¿Tu mamá trabajaba en la finca?
— Sí, ella fue secuestrada del centro de Monteros. Yo quedé en la cama con los documentos. Yo tenía diez meses cuando fue secuestrada mi madre.
–¿Después esta familia hace una adopción?
–Figura una adopción totalmente fraudulenta, una sustitución de identidad.
–Vos hablás de una nueva etapa, ¿tiene que ver con la búsqueda de saber quién es tu papá?
— Tal cual. Recién comienza todo. Es muy nuevo. Esperamos tener la paciencia para seguir esperando. A veces, la ansiedad juega un poco más en contra. Pero esperamos que llegue pronto.
–Si tuvieras que mandarles un mensaje a quienes tienen las sospechas que vos tuviste hace años, ¿qué les dirías?
— Si tienen dudas, averigüen. Recuperar la identidad es lo mejor que hay. Si ya están en este proceso y están un poco estancados, que no pierdan las esperanzas. La verdad siempre llega.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/511760-nieto-132-la-verdad-siempre-llega
Nieto 132: “La verdad siempre llega” | Entrevista con Juan José Morales