El convocante acto de lanzamiento de una fórmula que no fue anunciada. La espectacular puesta en escena para una campaña que aún no largó. Una promesa de futuro que incluye fuertes críticas –aunque esta vez sin dardos dedicados– al gobierno actual, planteadas desde adentro de la alianza gobernante. El acto de Cristina Kirchner en La Plata fue el gran centro político de la semana que pasó. Una centralidad que tuvo mucho de paradójica, tal como vienen jugadas las cartas. Más allá de (o junto a) ese discurso que ya fue desmenuzado en crónicas y análisis en estas páginas, ¿qué “dijo” el acto de CFK, así lanzado, en esta coyuntura? ¿Cuánto y cómo responde al “operativo clamor” por su candidatura? ¿Qué tuvo de nuevo y de recuperación del pasado de cara al 2023? ¿Cómo resuena esta segunda aparición pública de la vicepresidenta luego del intento de magnicidio? ¿Y antes de las palabras que pronunciará el próximo 29 de noviembre en el juicio en el que, denunció, “la sentencia ya está escrita”?
La disputa por lo nuevo
El repaso por la estética del acto y el despliegue de la puesta muestra que jugó en una doble dirección: entre lo “nuevo” –“joven”, “moderno”, y todas las conexiones semánticas que siguen– y un pasado que se insta a recuperar.
Lo nuevo comienza en el estadio elegido, con sus modernas formas arquitectónicas curvas, sigue en el gran despliegue de imágenes y pantallas multiplicadas, de luces, en la música previa de los freestylers, en la estética de recital. En los disruptivos colores plenos y brillantes sobre los que destaca el blanco total de la vestimenta de la vicepresidenta y del slogan que, confirman los organizadores del acto consultados por Página/12, aparecerá de ahora en más en las apariciones estratégicas que irá teniendo la vicepresidenta para ocupar la escena pública, sin necesidad de terminar de definir en lo inmediato el lugar que ocupará de cara a 2023: “La fuerza de la esperanza”.
Pero la continuidad con el pasado está también escenificada en esa misma puesta: junto a la música urbana que ganó escena en los últimos años tocó en vivo La Mancha de Rolando, sonaron Los Redondos y La Renga. “Era tan diferente cuando estabas tú”, “cantó” la enorme bandera de La Cámpora, junto al grito continuo de “Cristina Presidenta”. “Kirchnerismo al palo”, “mística de Bicentenario”, “la alegría de las épocas más felices”, describen que vivieron quienes fueron al Diego Armando Maradona.
“Muchachos, acá lo único nuevo que hay somos nosotros”, fue una de las frases que dejó lanzadas CFK en un momento de su discurso, aludiendo a los actuales vientos de “cambio” de las más rancias derechas de siempre. Ese nosotros delimitó a “los que cambiamos el país después del 2001”, con una emocionada mención a Néstor Kirchner. Y conectó ese pasado puesto en primer plano como virtuoso con una promesa de futuro: “podemos volver a hacer esa Argentina porque alguna vez la hicimos”.
Queda en el medio un paréntesis no enunciado, un limbo en la línea de tiempo propuesta, esa que comienza en Perón (a Evita no se la nombró, pero está), sigue en Néstor Kirchner y hoy encarna Cristina Kirchner. Al que se alude sólo elípticamente, y siempre en tercera persona, ya sea por la positiva (“el bono que van a poner ahora” a los jubilados) o en forma crítica. Y es justamente el momento y el Gobierno actual, que en este rizoma histórico discursivo queda así puesto en suspenso.
Es seguro que el rulo convence, abroquela y entusiasma a los propios, como quedó demostrado en la contundente convocatoria del acto en sí, como primer dato político. Ya planteado el escenario rumbo a las PASO, se abre la pregunta por cuánto irradia más allá de la demotración de fuerza que fue este estadio.
Lo mismo podría pensarse alrededor de toda simbología kirchnerista más dura, como elementos que ya entran a jugar de cara a la campaña que se viene: ¿en qué medida suma y en qué medida aleja al votante “neutral”? Ante la consulta de este diario, la “pata camporista” de la organización del acto lo rechaza como duda válida: “Cristina no va a fingir ser lo que no es: ser lo que es, es su fortaleza. Y también la nuestra, la de todo un pueblo”, argumentan.
Buscada o no, la muy difundida imagen de Máximo Kirchner y Mayra Mendoza arengando desde el paravalanchas terminó sintetizando el dilema, entre la celebración militante y las objeciones o el rechazo.
Traer color frente a los que buscan la muerte
Fuertemente emotivo y espectacular en su despliegue, el acto de La Plata dejó una novedad desde su puesta: los colores fuertes y complementarios que se sumaron a la escenografía, una estética de alegría cuasi pop, lo acercaron para muchos a la reciente campaña de Lula en Brasil. Si las medidas de seguridad que se impusieron tras el atentado trajeron la necesidad de imponer distancia (hubiese sido imposible, por ejemplo, la pasarela con el círculo alrededor de la gente, como en aquel acto de Unidad Ciudadana en Racing), el despliegue aportó cercanía.
Jugó, también, “la dimensión de la alegría”. “Fue una fiesta de que Cristina esté viva. Y estaba inmanente esa celebración de que esté viva. Por eso lloramos tanto, y fue muy impactante esa comunión de gente riendo y llorando”, rescatan algunos asistentes. “Era una mezcla: la alegría del encuentro, pero también aparecía el dolor de lo que pasó, y lo que está pasando: Cristina atacada por todos los medios, con una pistola y con el aparato judicial, pero de pie. Por eso la consigna ‘La fuerza de la esperanza’ es redonda por todos lados”, se destacó tambén.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/499903-la-apuesta-del-kirchnerismo-un-salto-del-pasado-al-futuro