El misterio del policía desaparecido

El misterio del policía desaparecido

Hace seis meses desapareció sin dejar rastros un oficial primero de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires de 27 años llamado Arshak Karhanyan, nacido en Armenia pero arraigado en Argentina desde muy pequeño. Era un domingo caluroso al mediodía y el joven estaba de franco. Dejó los dos teléfonos celulares que usaba en su departamento, en avenida Directorio, Caballito, pero se llevó la billetera y el arma reglamentaria. Su moto quedó amarrada al poste de la entrada del edificio y las cosas en su vivienda como las deja alguien que enseguida vuelve. Sacó 2000 pesos de un cajero en la estación Primera Junta y entró a un Easy. Compró una pala, la puso en su mochila y siguió hasta Rivadavia y Paysandú, según las cámaras de seguridad. Es un caso rodeado de misterio, pero en los últimos días comenzaron a fortalecerse hipótesis que enfocan hacia la propia policía porteña, que además está sospechada de entorpecer la investigación. Si fuera así podría convertirse una desaparición forzada. 

Hay dos lugares donde trabajó Karhanyan que el fiscal Santiago Vismara –a cargo de la causa– analiza puntillosamente. Su primer destino, el área de Cibercrimen, donde incluso participó en informes periciales del expediente por la muerte de Alberto Nisman. Y, donde hay las mayores dudas, la División Exposiciones, que hace allanamientos y procedimientos similares. Allí estuvo hasta el 31 de enero, cuando pasó a ser un oficial de calle en la Comuna séptima. La última persona que estuvo con él, según captaron las cámaras, fue Leonel Herba, un oficial con quien trabajó en Exposiciones. Hablaron cerca de 40 minutos en la puerta del edificio donde vivía Karhanyan, que volvió a entrar a su departamento y alrededor de una hora después se fue al Easy. Herba declaró cuatro veces. Ofreció un relato poco convincente para los investigadores. Dijo que el principal motivo de conversación tenía que ver con la supuesta intención de Arshak de comprarse un auto, algo que no se condice con su situación económica, aunque estaba suscripto a un plan de ahorro. En las imágenes se advierte que en un momento escuchan juntos un audio del celular de Herba. A Arshak se lo ve algo inquieto y nervioso en la escena, no así al amigo.

Arshak tenía un Iphone y un aparato POC, que es un teléfono específico que utiliza la policía. Solía llevarlos siempre con él, pero el 24 de febrero los dejó en su casa. Como era alguien con conocimientos y grandes habilidades en informática, una de las suposiciones que se manejan en la causa es que no los llevó con él para evitar ser rastreado en una circunstancia determinada. En términos de la investigación del paradero de una persona es un gran problema, porque los celulares facilitarían la búsqueda. A la vez, se suponía que disponer de los celulares permitiría hacer una reconstrucción a través de su contenido. El hermano de Arshak, de hecho, los entregó cuando hizo la denuncia. Los tuvo la propia Policía de la Ciudad para analizarlos pero los pasó a la fiscalía desactivado y sin datos, diciendo que los expertos no habían podido extraer ninguna información. La Policía Federal, por decisión del fiscal Vismara, restauró el Iphone y logró recuperar información que tenía hasta la última copia de seguridad, del 31 de enero. 

La Policía de la Ciudad tuvo una actitud fue más bien pasiva, algo llamativo porque lo habitual es que en hechos que afectan a los integrantes de sus filas muestren fuertes respuestas corporativas. Lo sucedido con la pericia sobre el teléfono encendió la alarma de la fiscalía, que tuvo que dirigir la atención al comportamiento de la fuerza. Y comenzó a apoyarse en otros órganos de investigación, como la Procuraduría de Violencia Institucional y la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia. Ahora se investiga si la policía porteña hizo todo para averiguar y si alguien ocultó o adulteró información. A través del Ministerio de Seguridad de la Nación se ofreció una recompensa de 500 mil pesos para quien aporte datos. Contra lo que suele ocurrir, aparecieron muy pocas personas con ofrecimientos de información, ninguno acertado.

Arshak había sigo asignado a “Exposiciones” a fines de 2015. Es un sector que maneja procedimientos y todo el material incautado, lo que a nadie se le escapa que puede ser materia prima de grandes negocios. De lo que se rescató del teléfono surgía que la mayor parte de las relaciones fuertes del joven en los últimos años tenían que ver con ese sector donde trabajaba. Por eso una de las hipótesis más fuertes apuntan a que la desaparición podría tener relación con su lugar de trabajo. ¿Arshak estaría por denuncia robos u otras anomalías? Una decena de personas vinculadas a ese sector son investigadas. La impresión, según allegados a la pesquisa, es que hay gente que sabe lo que le pasó al joven y hasta ahora no lo dijo.

En el ministerio de seguridad porteño –a cargo de Diego Santilli– no dan crédito a la teoría de una interna policial y dicen que mantienen todos los protocolos de búsqueda. Les parece que Arshak pudo haber estado involucrado en alguna irregularidad, se escapó y estaría escondido. La fiscalía no tiene elementos para abonar esa idea. Además, el joven no movió dinero en cuentas bancarias, no hizo más operaciones ni está registrada su salida del país. El paso del tiempo hace difícil pensar en un secuestro. Tampoco ingresó a un hospital ni apareció su cuerpo.

La denuncia sobre de desaparición se hizo tres días después de que se dejara de tener información sobre él. La familia acudió a la Comisaría 7B, donde trabajaba, pero tuvo la sensación de que allí minimizaban el hecho. El núcleo es pequeño: su mamá Vardush Davtyan, que al día de hoy le sigue poniendo un plato en la mesa esperando su regreso, y su hermano Tigran Karhanyan. Arshak estudió en el colegio militar y hasta febrero siguió la carrera de informática en la Universidad Tecnológica Nacional. Los familiares conservan algunas dudas que lo conectan con los inicios de la investigación sobre la muerte de Nisman. Por ese entonces, en 2105, el policía había sido asignado a trabajar en la pericia sobre las cámaras de seguridad del edificio de Le Parc, donde vivía el fiscal. Según su madre y hermano se había negado a firmar un informe pericial porque faltaba incorporar dos cámaras de las torres. Ellos sostienen que a raíz de ese incidente lo mandaron a “Exposiciones”.

Los familiares hicieron una conferencia de prensa el 13 de agosto en el Congreso, donde mostraron su desazón y expresaron un reclamo a la policía porteña. Estuvieron acompañados por los diputados Leopoldo Moreau, Agustín Rossi y Horacio Pietragalla, y por la legisladora porteña Victoria Montenegro, quien ya hizo un pedido de informes en la Legislatura y presentó un habeas corpus. También asistieron integrantes de la comunidad armenia. “Estamos estancados. No podemos seguir con nuestra vida porque no tenemos una respuesta”, dijo Tigran, quien la semana pasada se presentó en la fiscalía y anunció que pedirá ser querellante ante el juez Alberto Baños.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/214269-el-misterio-del-policia-desaparecido

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