Los fundadores de la agrupación de ultraderecha Revolución Federal también tienen su interna. Uno de ellos, Leonardo Sosa, acusó sin pruritos al otro, Jonathan Morel al ampliar esta semana su indagatoria ante el juez Marcelo Martínez de Giorgi y el fiscal Gerardo Pollicita. Si la Justicia va a investigar “amenazas” y “expresiones violentas”, dijo, “pediría que se haga foco en quienes realmente hicieron uso” de ellas, “en este caso mi compañero Jonathan”. “Sobre el financiamiento, que dé explicaciones Jonathan”, se despachó.
Los 50 mil dólares hallados en su casa, quiso aclarar Sosa, pertenecen a su padre. También habló de su conexión con Ximena de Tezanos Pinto, la vecina del piso de arriba de Cristina Fernández de Kirchner en Recoleta: relató que ella los convocó a su casa el 28 de agosto porque quería “iniciar un carrera política” ligada a su militancia en Republicanos Unidos, que tiene entre sus referentes a Ricardo López Murphy. Les mostró un temario “de cosas que representaban su ideología republicana”, les preguntó si estaban de acuerdo y les propuso “sumarse” a esa fuerza.
Él y Gastón Guerra se sacaron fotos en el balcón porque lo veían, señaló, como “el mítico lugar donde vivía la vecina de Cristina”. A los tres días, el 1 de septiembre, fue el intento de magnicidio. En los procesamientos que dictó Martínez de Giorgi (ver aparte) advierte que la presencia de Sosa y Guerra “en el piso de arriba de Cristina Kirchner” aquel domingo “resulta un acontecimiento a todas
luces alarmante”.
El texto deja en claro que los descargos de los cuatro implicados (Morel, Sosa, Guerra y Sabrina Basile) fueron “inconsistentes y endebles, frente al ingente caudal probatorio reunido en
su contra que indica
que la agrupación Revolución Federal (…) llevó adelante una actividad criminal, que tenía una clara intencionalidad de intimidar, incitar a la violencia colectiva y a la persecución y el odio de autoridades públicas pertenecientes a la actual gestión de gobierno y sus simpatizantes“. A Sosa y A Morel el magistrado los señala como organizadores y especifica que Basile y Guerra “tomaron parte”.
Tezanos Pinto, la vecina de Cristina
Tezanos Pinto presentó “defensor” en la causa. Nombró a Martín Sarubbi, el mismo de Sabrina Basile, una de las procesadas tras ser liberada. La “vecina” no está imputada formalmente pero sabe que las referencias a ella no pasan inadvertidas en la investigación.
El relato de Sosa fue así: “Había llegado a mis oídos que Ximena de Tezanos Pinto tenía simpatía por mí y por Gastón porque habíamos quedado injustamente, a juicio nuestro, detenidos”. Se refería a que Guerra fue arrestado por patear el auto de Sergio Massa, el día de su asunción en Economía, y por agredir al periodista de C5N Lautaro Maislin. Sosa fue detenido el 23 de agosto, cuando un grupo de Revolución Federal fue a confrontar con los manifestantes que iban a dar a apoyo a CFK cerca de su casa. Él estaba junto con Natanael Reinstein Menin, que tenía una bomba molotov en la mochila. Ambos episodios forman parte de una cadena de hechos violentos que el juzgado tuvo en cuenta al procesarlos por generar odio y violencia, no precisamente simpatía.
La invitación a ver a Tezanos Pinto, dijo Sosa, fue “por medio de otra compañera”. “Era a tomar un café. Yo llevé unos sandwichitos. Estaba nuestra abogada también ahí y hablamos de nuestras causas. Y después Ximena nos expuso qué planes tenía de iniciar una carrera política (…) Ella milita en Republicanos Unidos, y venía por ese lado la invitación”. “Después cuando sucedió lo del atentado dijeron que habíamos estado planificando todo y habíamos hecho inteligencia. Tendría sentido si hubiéramos ocultado las fotos que nos sacamos”, intentó defenderse.
La abogada a la que alude es Gladys Egui, quien representa tanto a Sosa como a Guerra. La mujer le aclaró al juez que ella había estado dos meses viviendo en el departamento de Tezanos Pinto. Guerra declaró que, como hacía changas –desde albañilería, cortar pasto, hasta vender piñatas y bolsitas de cumpleaños–, Tezanos Pinto le ofreció hacer arreglos en su casa después de la reunión en cuestión, a la que lo invitó a través de la letrada.
“Quería charlar conmigo, conocer mi situación”, dijo Guerra. “Iba a trabajar a su casa, le ponía azulejos, le pintaba, porque hago de todo un poco, lo que va saliendo lo agarro. Es un piso grande con varias habitaciones”, contó. Precisó que mostraba su DNI para entrar al edificio y que la “seguridad” siempre era “amable”, hasta lo ayudaron “a subir una cama desde el subsuelo.
La versión de Sosa
Sosa dijo que conoció a Morel en abril. Ambos militaban en el “partido Libertario”. Él tenía una página propia que se llamaba “Revolución Liberal”. Como estaban disconformes, empezaron a armar su propia agrupación. Para despegarse de los mensajes amenazantes que difundían argumentó: “Agarramos consignas que ya existían y las llevamos a la calle. Nos parecía que las manifestaciones no estaban a la altura de las circunstancias”.
“No sé a qué se refieren con mensajes de odio, porque se agarraron consignas existentes como ‘van a a correr’ o ‘que se vayan todos’. Me parece débil que se agarren de eso”, se lanzó a opinar ante el juez y el fiscal. Según su versión, la carpintería de Morel no tenía relación con la agrupación , “sí podía facilitar materiales, como las antorchas”. “Jonathan Morel tendrá que dar explicaciones sobre su trabajo”, se desligó. Dijo que usaron la aplicación conocida como “Cafecito” para juntar plata por sugerencia de algunas personas que los apoyaban. “Ojalá hubiésemos tenido más apoyo económico”, declaró. Ejemplificó que compraron un megáfono en cuotas.
Según Sosa, las redes las manejaban él y Morel pero era éste el que convocaba a las charlas en vivo por Twitter. Dice que ahí él no solía hablar. “Muchas veces lamentablemente me encontré con frases que él había dicho muy fuertes que luego tendrá que dar explicación. Yo asumía lo que podía llegar a hablar, pero nunca me esperaba ciertas palabras sobre funcionarios”, dijo.
Aclaró que discrepó con las referencias y amenazas de Morel alusivas a Victoria Donda, CFK y Máximo Kirchner. Que tampoco le gustó la idea de llevar la guillotina al Obelisco el 9 de julio, pero que Morel le dobló la apuesta poniendo la frase “todos presos, muertos o exiliados”, en alusión al Frente de Todos. “Lo violento venía del lado de él”, acusó.
Más cerca del final de la declaración volvió sobre la carpintería: “Recuerdo que Jonathan me comentó que tenía un viaje importante en agosto. Desconozco si sabía que venía de esa familia (Caputo). Unos días antes me comentó que le había llegado el dato de que circulaba el nombre de la familia Caputo o quizá me lo había ocultado. Me habló de Rossana, la decoradora, y me dijo: ‘Che Leo ¿Sabés que ella también es Caputo? Y yo pensé mejor timing no podemos tener nosotros”.
“Me gustaría que quede en claro que no quisimos amenazar a nivel agrupación. Si se elige tomar esa vía de investigación pediría que se haga foco en quienes realmente hicieron uso de expresiones violentas, en este caso mi compañero Jonathan. Sobre el financiamiento, que dé explicaciones Jonathan. El dinero pertenece a mi padre”, insistió al final.
También se diferenció de Guerra: “No teníamos tampoco ninguna consigna que dijera ‘vamos a golpear el auto de Massa’”. Su remate fue: “Manifestarse no es delito ni acá ni en ninguna parte del del mundo”. Pero el juez consideró que no se trató de simples e inocuas protestas. También asegura el fallo que “no se obtuvo prueba alguna que acredite que Sosa expresó públicamente la alegada disconformidad” sobre “las expresiones violentas”, se contradijo y conocía las consecuencias legales de sus actos.
El lugar de Guerra
Gastón Guerra dijo que conoció a la agrupación el 25 de mayo cuando fue a pasear por el Cabildo con su familia. Le dieron unos panfletos, que “hablaban de la situación económica” y tenían “las caras de Alberto y Cristina”. Por esa red le pasaron un enlace de Whatsapp y se sumó al grupo.
“No sé quién manejaba las redes. Al grupo entré y había gente hablando”, sostuvo y aclaró que tampoco participaba todo el tiempo. Entre sollozos y aclaraciones de ser alguien “familiero”, Guerra declaró: “Sé bien lo que hice, le golpeé la ventanilla a Massa en un estado de angustia por mi situación económica. Nunca hice nada violento, soy una persona que no tiene problemas con nadie. Me parece bien que estén investigando, no tengo nada que esconder”.
“Sabía que no iba a terminar en nada bueno”, dijo Guerra para explicar por qué se fue del grupo. Y que fue en especial porque vio que los noticieros
empezaron a “ensuciarlo” y se publicó su foto en la casa de Tezanos Pinto. Para el juez, esto también pone en evidencia “el
conocimiento que efectivamente tenía Guerra de la ilicitud de sus actos”.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/494806-atentado-a-cfk-acusaciones-cruzadas-entre-los-militantes-de-