La semana que arranca este lunes será la del procesamiento de Fernando Sabag y Brenda Uliarte. La jueza María Eugenia Capuchetti trabaja en el texto y habrá un dictamen del fiscal Carlos Rívolo. Como ya se anticipó, la imputación será por tentativa de homicidio agravada por el uso de armas y, todo lo indica, por premeditación y alevosía. Premeditación por las evidencias de planificación y espionaje previo y alevosía porque a 35 centímetros la vicepresidenta estaba indefensa. A esto se agrega la tenencia ilegal de la Bersa y el acopio de proyectiles. De todas maneras, hay que esperar el texto definitivo. Hoy por hoy, la jueza y el fiscal no tienen dudas de que ella fue la líder política de él, porque en su celular aparecen frases del estilo de “basta de quedarse puteando. Hay que tirarle molotovs a la Casa Rosada”. “Tenemos que generar hechos, no protestas”, afirma Brenda en distintos mensajes. En los próximos días estarán los resultados de la investigación sobre todos los celulares que están en poder de la justicia, así como las cámaras de seguridad. Eso podría abrir nuevas perspectivas.
Son numerosos los interrogantes en los que tienen que trabajar la jueza, el fiscal y los equipos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y de la Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos y Crimen Organizado (Dajudeco), organismo que depende de la Corte Suprema.
Un punto clave es la presencia de otros integrantes del grupo en la esquina de Juncal y Uruguay el día del ataque y los días anteriores. Hay imágenes que exhiben a un tercer miembro de la banda de los copitos, pero los investigadores no están seguros quién es. Está claro que Sabag y Uliarte hablan con él. A primera vista parece Nicolás Gabriel Carrizo y eso habrá que verificarlo con la localización que dan los celulares. Será también imperioso aclarar que otros miembros del grupo estuvieron ahí.
Hay un obstáculo en esta búsqueda. Sabag y Brenda, por ejemplo, tenían varios celulares, algunos de ellos robados. Las carcazas aparecieron en el segundo allanamiento del monoambiente de San Martín, junto con otras partes plásticas rotas. Hay que ver si en esos días usaron esos celulares adicionales. Pero lo mismo vale para el resto de los integrantes del grupo: es posible que hayan entregado un celular en Comodoro Py, pero que usaron otros.
El dato más importante que se busca es si alguien les aportó dinero, no con el objetivo tal vez de matar a Cristina, sino para financiar a ese grupo violento y opositor. Sigue sin estar claro de qué vivían los que simulaban ser vendedores de copitos: Brenda vendía imágenes eróticas y Sabag cobraba 60.000 pesos por el alquiler de una propiedad que le dejó su madre, fallecida en 2017. Pero eso no explica el dinero -tampoco una fortuna- con la que se movían. Como anticipó Página/12 en su edición del domingo, ni Sabag ni Uliarte tenían trabajo y pasaban horas y horas sin hacer nada. A él se le encontró pornografía infantil en el celular y, sobre todo, imágenes de zoofilia, que -según testigos- era a lo que dedicaba más tiempo. Ella se volcó muchísimo a la política, pero también pasaba muchas horas a participar en las redes y vender sus fotos y videos.
Entre lunes y martes estarán bajados los contenidos de los celulares -en especial el de Brenda- y eso puede poner en marcha otras investigaciones. Habrá que ver a qué conducen. Por de pronto, se cerrarán los procesamientos y se verá si la localización de los celulares suministra elementos para ordenar, por ejemplo, la detención de alguien más del grupo.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/481196-atentado-a-cristina-kirchner-la-justicia-prepara-los-procesa