Apenas surgieron gobiernos que se opusieron a los gobiernos neoliberales, comenzó la discusión sobre qué carácter tenían estos gobiernos. Inmediatamente propuse que los llamáramos gobiernos antineoliberales, porque tienen cuatro características que los diferencian de los gobiernos neoliberales:
* La prioridad son las políticas sociales frente a la prioridad de los ajustes fiscales.
* Darle prioridad a los procesos de integración regional y las relaciones Sur-Sur, en particular con China, frente a todos los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos.
* El rescate del papel activo del Estado en la inducción del crecimiento económico.
* La implementación de políticas sociales, además de la regulación de la economía, en lugar de la centralidad del mercado y el libre comercio.
Surgieron varios gobiernos –Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador– que de una forma u otra se opusieron al neoliberalismo, generalmente con estas características. A estos se sumaron luego México, Honduras, Perú, Chile.
Formaron un conjunto de gobiernos únicos en el mundo que se opuso al neoliberalismo, después de que América Latina fuera el continente con más gobiernos neoliberales y en sus modalidades más radicales.
Fueron caracterizados como gobiernos antineoliberales, por las razones antes mencionadas. Pero todavía no podemos caracterizarlos como gobiernos posneoliberales. ¿Por qué razones?
El modelo neoliberal aún prevalece en gran medida en el mundo, a pesar de que algunos gobiernos toman medidas que, de alguna manera, se salen del modelo neoliberal. La economía capitalista mundial sigue siendo neoliberal. La derecha no tiene otro modelo. Los gobiernos socialdemócratas tampoco tienen una política económica que supere al neoliberalismo.
Cuando la derecha, luego de ser desplazada del gobierno como sucedió con Mauricio Macri en el caso de Argentina, vuelve al poder, retoma la misma política neoliberal de los 90, revelando cómo esa es su política para este período histórico.
Los gobiernos antineoliberales aún no pueden caracterizarse como posneoliberales, porque la economía de sus países está dominada por el capital financiero, con sus actividades centralmente especulativas.
Los países que tienen políticas económicas diferenciadas, con un papel destacado del Estado, con prioridad para las políticas sociales, que privilegian los procesos de integración regional, son claramente diferentes a los demás. Pero no tiene la fuerza suficiente para construir un modelo distinto, de superación del neoliberalismo. Todavía reaccionan al neoliberalismo.
En los gobiernos progresistas, hasta ahora en América Latina, sobreviven los elementos económicos propios del neoliberalismo. No fue posible romper el papel hegemónico del capital financiero, con sus características marcadamente especulativas. Sin romper este eje de la economía, que define un período de recesión, no será posible retomar un ciclo expansivo, indispensable para rescatar las políticas de distribución del ingreso.
La posible elección de presidentes antineoliberales en Colombia y Brasil proyecta, en la tercera década del siglo, una mayoría nunca antes existente en el continente. Habrá una fuerte alianza política entre estos gobiernos, con México, Brasil y Argentina unidos por primera vez.
Pero esta alianza tiene que ser la base para la construcción de un modelo no solo de resistencia al neoliberalismo, sino de superación del neoliberalismo, no solo antineoliberal, sino posneoliberal.
¿Qué significaría eso? Se trataría de economías que desplazan el predominio del capital financiero, en su modalidad especulativa, como eje de la economía. Significa el paso a un período histórico en el que avanza la construcción de Estados centrados en la esfera pública. Significa la construcción, en América Latina, de economías integradas, con políticas económicas comunes, con una moneda común, con un Banco Central común.
Aprovechar la alianza política de la gran mayoría de gobiernos del continente, para pasar del antineoliberalismo al posneoliberalismo.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/423295-antineoliberalismo-y-posneoliberalismo