Comienza la publicidad, de campaña salvo para el Gobierno que la hace todo el tiempo. Una decisión del presidente Mauricio Macri cambió valiosas reglas vigentes: redujo los espacios gratuitos en medios audiovisuales resintiendo las chances de los partidos menos poderosos. Una injusticia y un nuevo tiro a favor de la desigualdad, la especialidad de la casa.
Los cierres de listas, opina uno, más resaltaron que crearon tendencias del sistema político. Debilitamiento de los partidos, digitación de candidaturas, transfuguismo de dirigentes, borocoteadas. No nacieron el mes pasado. Baste recordar al propio Borocotó o en ligas mayores al voto “no positivo” del entonces vicepresidente Julio Cobos, los saltos a la oposición de un tropel de dirigentes justicialistas en 2008-2009 o hacia el oficialismo luego de la asunción de Macri.
Una mirada panorámica que se remonte a dos o aún cuatro años atrás permite ver que el kirchnerismo tiene más aliados ahora que entonces. Cambiemos, en cambio, preserva los mismos. Solo sumó a Miguel Pichetto sincerando una transición que lleva casi un cuatrienio. El precandidato a vice desmintió profecías excitadas: no trajo bajo el brazo un malón de peronistas presentables para las listas sencillamente porque no consiguió convocarlos.
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El corrimiento a centro de la oferta electoral del peronismo es consistente con un mundo hegemonizado por las derechas. Los presidentes más similares a Macri son el brasileño Jair Bolsonaro y el estadounidense Donald Trump. Más francos que el argentino, reconocen su ideología y no alardean de ser “de centro”.
Las imperfecciones o impurezas de las listas no eclipsan lo central de las próximas elecciones. Dos proyectos de país compiten por llegar a la Casa Rosada. El falaz cualunquismo al que viran tantos macristas culposos niega ese hecho y propaga las máximas de Cambalache: todo es igual, nada es mejor. No hay tal, las diferencias existen, son interesantes y polarizarán las preferencias ciudadanas.
Ya que de Enrique Santos Discépolo hablamos: vale la pena consignar que Cambalache se estrenó durante la Década infame antes de que emergiera el primer peronismo. Cuando despuntó éste, Discepolín trocó el escepticismo por la encendida defensa de un nuevo modelo de país. Bueno es recordarlo, en vísperas excitadas signadas por una seguidilla de trapisondas electorales oficialistas.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/204862-dos-proyectos-pese-a-todo