Néstor Kirchner era cuestionado o ensalzado al comienzo de su mandato presidencial porque abría muchos frentes de conflicto. Demasiados, contabilizaba la derecha nativa. En general, contra los legados de la dictadura y del neoliberalismo. En particular, contra la Corte Suprema, los represores del terrorismo de Estado. En detalle, contra los acreedores externos a quienes no atacaba pero con los que negociaba con patriótica fiereza. Alberto Fernández, Jefe de Gabinete todo el cuatrienio, jugó en Superliga por primera vez en aquel contexto.
Como presidente AF también se bate en varios frentes en circunstancias más desventajosas que las de Kirchner, quien tampoco amaneció en el Paraíso. El hombre contaba con baja legitimidad de origen a diferencia de Fernández. La oposición política estaba diezmada tras el horrible gobierno del presidente Fernando De la Rúa. Ahora conserva fuerza y juega en bloque con el establishment. Las catastróficas consecuencias del default ya se habían producido y se contaba con el beneficio relativo de no tener que pagar deuda privada. La economía florecía, circunstancia que hoy provoca saudades. El decisionismo de Kirchner, piensa este cronista, acrecentó su popularidad tras el acné antipolítico (anti gobernantes, quizá) del “que se vayan todos”.
La legitimidad de ejercicio de AF escaló gracias a su gestión en la crisis sanitaria: por la decisión temprana de la cuarentena y por el modo de construir decisiones. La renegociación de la deuda constituía un desafío inevitable. El resto de la agenda entró en hibernación o se lentificó, incluyendo la promesa de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
El horizonte fugitivo de la nueva normalidad obsesiona al presidente. Lo activa una nueva hiperquinesis. Recorre provincias, pernocta en un par. Se interna en las fábricas que reabren. Integrantes del Gabinete se dejan ver con cascos y barbijos, a veces remixando el mundo productivo y la política sanitaria como el Jefe de Gabinete Santiago Cafiero y la secretaria de Acceso a la Salud Carla Vizzotti cuando enfilan a Chaco. El ministro de Economía Martín Guzmán escapa un rato del insalubre microclima del canje de deuda y recorre algún establecimiento. El mensaje es claro: el Estado nacional está presente en todos los territorios, acompaña, coprotagoniza e incentiva la vuelta al trabajo.
Incursionando apenas en la psicología de los funcionarios, salir del contorno del AMBA cumple otra funcionalidad: los energiza, les carga las pilas.
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La Primera Enmienda: La República (que así suele nombrarse Argentina en la jerga del canje) presentará una enmienda a su oferta inicial ante la SEC estadounidense por ahí antes del viernes próximo. La burocracia financiera exige un Decreto de Necesidad y Urgencia más papelería frondosa plagada de números y tecnicismos políglotas para llevar a Nueva York. Recién entonces comenzarán a correr nuevos plazos, que se miden en días, semanas si hay viento a favor.
Se acercan posiciones con los bonistas privados aunque media un abismo de miles de millones de dólares y de diferencias en los plazos de gracia.
Los Fondos de Inversión matizan su lenguaje despectivo. El archi poderoso BlackRock cambia a su representante, movida en la que seguramente influyó una sugerencia-presión del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) comentada en este diario semanas atrás. El enroque implicó, maquinan en Hacienda y la Casa Rosada, un mínimo gesto de distensión. Un lobbista del Grupo Clarín despide en su panorama empresario al ex enviado, haciendo pucheros.
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Invisibles y visibilizados: En los suburbios de la mesa-zoom de negociación el Gobierno articula con aliados invisibles. El aludido AMLO, el financista David Martínez que sabe comportarse como ami-enemigovio del Grupo Clarín.
A plena luz, Fernández convoca a un almuerzo para mostrar interlocución con el ex ministro Roberto Lavagna. Y a un cónclave de cuerpo presente con la crema del gran empresariado.
La relación con Lavagna se consolidó cuando cohabitaban en el Gabinete de Kirchner. Fernández quería ponerlo a la cabeza del nonato Consejo Económico Social, lo sondeó sin éxito “n” veces en la pre pandemia. Departen a menudo.
Guzmán conversa con su precursor con frecuencia, se costea eventualmente hasta la casa de Lavagna. En la semana que hoy termina, se divulgó un almuerzo entre los tres.
Lavagna aconseja llegar a un acuerdo sustentable, de cifras no se habla. Industrialista y crítico del sector financiero, el ex ministro y candidato presidencial comparte con Guzmán una valoración alta y prudente del tejido PyME argentino. Hay que fomentar ahí. Imaginar que es posible fundar un mercado de capitales en pesos se agrega a las coincidencias, lúcidas y voluntaristas a la vez.
El 3-J AF recibió a capos del empresariado, en Olivos. Todos y todos; todos varones. Escenario machirulo en un día especialmente inadecuado. En la dirigencia argentina son escasas las mujeres, las patronales encabezan la lista.
La descripción oficial: diálogo franco. La de los invitados y el off the record gubernamental: buenos modales, mangazos suaves y cero compromiso para aportar algo. Los grandes jugadores mostraron preocupación por medidas socializantes, en especial un proyecto de la diputada Fernanda Vallejos. La propuesta, válida como iniciativa, no tiene estado parlamentario. En el Agora se sabe que AF no la apoya pero sus interlocutores transmiten pánico. Émulos de Mirtha Legrand avizoran que se viene el zurdaje. ¿Creen las patrañas que escriben asesores bien pagos, periodistas bien pautados? Hipótesis de este cronista: más de cuatro creen en sus propias fabulaciones tal como les pasa a tantos psicópatas en la vida privada. Fernández quiso contenerlos, les habló de un porvenir con menos desigualdad. Difícil que el chancho chifle o que ingiera margaritas…
Como le sucedía a Kirchner, el presidente estrecha mejores lazos con gobernadores e intendentes. Según el santacruceño, los representantes con cargos ejecutivos entendían la política mejor que nadie. Manejar presupuestos, priorizar necesidades, estar expuestos al veredicto popular… Kirchner desconfiaba de otras profesiones a las que AF es más afecto: científicos, intelectuales, anche periodistas. La pandemia acercó posiciones entre gobernantes de banderías surtidas, el presidente los ensalza en discursos o conferencias de prensa.
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Dialécticas duras: El oficialismo duplica y prolonga inversiones sociales gigantescas: los ATP para pagar sueldos, el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) para las personas con menos ingresos. Medidas encomiables que operan como remedios transitorios contra la malaria, no como vacuna.
El programa económico aspiracional consiste en llegar a un acuerdo sustentable con los bonistas, liberar al Fisco de pagos en divisas por tres años. Sobre esa base podría formularse un presupuesto 2020 reactivador.
Mientras esa incógnita no se despeje las nuevas fases de la cuarentena impactarán de modo dispar. Velozmente harán más grata la vida cotidiana, familiar. La recuperación económica es más peliaguda porque la pandemia que castiga a todo el mundo encontró a la Argentina en un punto de partida deplorable, en el fondo del pozo.
En un recomendable Informe de coyuntura, reseñado hace pocos días en Página 12, la consultora PxQ del economista y ex funcionario Emmanuel Alvarez Agis alerta contra ilusiones prematuras sobre la economía y hasta sobre la salud. Textual: “Levantar la cuarentena no parece ser un camino para reactivar la economía. Abrir no es vender, y vender no es cobrar. La oferta no genera su propia demanda, ni en condiciones normales y, menos, en cuarentena. Salir rápido y mal del ASPO más bien podría ser el camino para disparar un brote masivo de covid-19”.
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Trazabilidad y fronteras: La peste escribió una agenda nueva, difundió un diccionario antes ignoto para profanos. Alcaldes o gobernadores estudian datos sobre la duplicación. La trazabilidad de los contagios, otra preocupación expandida. El gobernador santafesino Omar Perotti dispone apertura de restaurantes con protocolo celoso que abarca inscribir a comensales o parroquianos para eventualmente seguir la ruta del virus.
La pesquisa sobre el recorrido se aplica en cada comarca en la que resurgen contagios. A veces imprevisibles e inevitables. A veces auto infligidos por ciudadanos motivados por la sensación de estar exentos o por la ansiedad de volver a vivir como antes. Desde el punto de vista sanitario las búsquedas son necesarias, comidilla de cualquier palique-zoom entre mandatarios. Cultural y políticamente conllevan un riesgo, típico de la etapa. Comprobar que la covid-19 llegó “desde afuera”. Exterioridad que puede aludir a una provincia limítrofe o a una localidad lindante. Los ejemplos se multiplican, son conocidos. Constituyen una anormalidad al interior de la nueva normalidad: las actividades se reanudan, el temor-odio al forastero y las murallas interiores se mantienen erectas, temibles.
El confinamiento ahonda problemas preexistentes. La violencia familiar, la machista, la institucional. El empoderamiento a fuerzas de seguridad es elogiado en exceso. En la mayoría de las provincias son pésimos sus antecedentes. Las respuestas veloces a delitos afrentosos en Tucumán o Chaco no resuelven el problema. El macrismo incitó, ordenó o encubrió violaciones de derechos humanos, imposible empeorar sus desempeños. Recordarlos es tan necesario cuan insuficiente. Es deber estatal evitar las condiciones de posibilidad de “desbordes” policiales. No basta reaccionar contra los delitos consumados.
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Los idus de junio: El otoño transcurre con temperaturas templadas en casi toda la geografía nacional. Buena nueva frente a una variante de gripe. Llegarán el invierno y la fecha de pagos de los aguinaldos, seguro. Muy factiblemente se dilucidará la negociación de la deuda externa. Junio se insinúa como un mes decisivo.
“Lo peor no pasó” repiten en canon el presidente, el Jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, el gobernador bonaerense Axel Kicillof. Hablan de la covid-19, con aval pleno de especialistas y ministros de Salud.
En materia económica el Gobierno nacional prevé-anhela- procura apuntalar que sí pasó lo peor, el pico inverso: abril y mayo.
Si se despejara la presión de la deuda externa, la tendencia podría consolidarse. Alberto Fernández lo verbalizó en sus giras federales tal vez con intenso entusiasmo de la voluntad.
En la coyuntura asusta el conteo de contagios y fallecimientos. Gente común ansía salir a la calle, pasear, reunirse, correr. La evolución de la pandemia depende del acierto de los gobernantes y también del autocontrol ciudadano. Hasta ahora funcionaron bien, en promedio. El porvenir sigue siendo impredecible, prevalece la incertidumbre.
América del Sur es el epicentro de la peste. La contabilidad social, horrible en cualquier caso, arroja cifras comparativamente buenas para nuestro país. Todas estas historias continuarán.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/270728-todo-lo-que-alberto-fernandez-se-juega-en-junio